Santiago Villarreal Cuéllar
Con bombos y platillos los presidentes colombiano
y de Estados Unidos, lo mismo que ex presidentes celebrarán 15 años del Plan
Colombia. Desde 1999 se empezó a implementar un sistema de financiación que
pudo sacar nuestra nación del atraso y el subdesarrollo. En su momento se llegó
a comparar con el Plan Marshall que reconstruyo la Europa de la segunda guerra
mundial. Y se hubiera logrado sino fuera porque mientras allá se invirtieron
los recursos honesta y austeramente, aquí se gastaron entre políticos y
miliares corruptos que aprovecharon la bonanza para llenar sus faltriqueras. Verdad
es que algunas acciones fueron fructíferas. Pastrana implementó Empleo en
Acción que consistió en generar empleo temporal a familias marginadas para
pavimentar calles en pueblos y ciudades. Fue bueno porque las personas se
ganaban su dinero con el sudor de su trabajo y empleaban mejor sus modestos
ingresos. Cuando se consiguen los recursos con esfuerzo se valoran más que
cuando se adquieren de la nada. También dio comienzo a Familias en Acción, pero
este último programa ha sido un fracaso porque no soluciona el problema de la
pobreza de forma estructural. Es un simple paliativo mediático que apacigua momentáneamente
algunas necesidades básicas, pero no genera prosperidad a las familias.
Fue la bicoca de 8.000 millones de dólares
que se gastaron en planes absurdos; un ejemplo: Plante y Pa’lante, un programa
que pretendió sustituir los cultivos de coca en diferentes regiones del país.
Ese dinero fue como tratar de llenar un costal con agua. Sospecho que decenas
de millones, sino cientos, fueron a parar a cuentas personales de paraísos
fiscales de los dirigentes de turno. La inversión en las fuerzas armadas fue
gigantesca y permitió convertir al ejército en uno de los mejores de
latino-América, parecido a las fuerzas especiales de Estados Unidos, incluyendo
modernos aviones y helicópteros. Con una diferencia, mientras los americanos
ganan batallas y guerras, aquí, ni se derrotó las guerrillas, ni mucho menos se
erradicó el narcotráfico, como fue uno de los programas del Plan. Las primeras
cambiaron de estrategia y se escondieron; y los cultivos ilícitos nadie podrá
acabarlos mientras sean rentables y existan consumidores, es decir, mientras el
ser humano viva en la tierra.
Quedan dolorosos recuerdos del Plan; falsos
positivos, desapariciones forzadas, tortura y ejecuciones extrajudiciales
ocasionados por una fuerza pública que desde las altas esferas recibió
instrucciones criminales. Un país polarizado por una derecha extrema que sigue
creyendo en una solución guerrerista. Después de tanto despilfarro, por fin
llegó la solución negociada; la misma que hace años debió implementarse para
ahorrarnos odio y ríos de sangre.
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