Santiago
Villarreal Cuéllar
Muros
de bahareque cuya estructura en guadua está amarrada con lianas (bejucos);
cubierta de tejas de barro; pisos en ladrillo cuadrado; puertas y ventanas de
madera dura; este es el prototipo de una casa vieja o antigua. Quedan muy pocas
en esta era de modernidad cuando el ladrillo, cemento y hierro invade campos y
ciudades. Y aunque está demostrado por las ciencias de la arquitectura y la
ingeniería civil que estas construcciones son sismo-resistentes, la Dirección
Nacional de Planeación de nuestro país prohíbe utilizar estos materiales en
áreas urbanas y rurales. No sucede lo mismo en otras naciones donde esta arquitectura
es valorada y conservada. Pero también existen casas viejas en material de
ladrillo y cemento; casas abandonadas, o habitadas donde yacen fantasmas o
espíritus de personas fallecidas; unos asesinados, otros ahorcados, o
suicidados, cuyos espíritus permanecen, perturbando a sus moradores. Sucede en
horas de la noche, generalmente cuando se apagan las luces; se oyen ruidos
extraños, algunos similares a los escuchados comúnmente, otros en cambio
corresponde a ruidos del otro lado, es decir del otro mundo; el mundo paralelo,
el mundo espiritual, o el mundo de las tinieblas. Muchas de esas casas son
abandonadas por sus moradores al escuchar dichos ruidos, y por eso permanecen
solas; cuando llegan nuevos inquilinos, estos continúan escuchando los extraños
sonidos.
La
mayoría de la gente cree firmemente en la existencia de fantasmas o espíritus
moradores de las viviendas viejas y abandonadas. Sin embargo, no existe
evidencia cierta sobre estos fenómenos. La mayoría de ruidos de estas casas se
origina en su estructura; una corriente de aire, un movimiento telúrico leve;
recordemos que el planeta tierra está en constante movimiento; es un fenómeno
natural y material que obedece a leyes físicas; todos estos factores, o uno de
ellos, puede originar ruidos que para los oídos humanos pueden parecer de otro
mundo, o cuarta dimensión como se llama en el esoterismo. Para finalizar diré
como el filósofo Voltaire: “hasta de las cosas más ciertas, debemos dudar.”
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