Santiago
Villarreal Cuéllar
Los
aventureros españoles llegados después del año 1500, al continente
americano, vinieron buscando el precioso tesoro del Dorado. No se
equivocaron, porque en la región andina hallaron las más ricas
minas de oro
y
plata.
Durante
trescientos años saquearon estos preciosos recursos, y lo mismo
hicieron con la flora y fauna. Sembraron banano, cacao, caña de
azúcar y café, convirtiendo nuestras naciones en proveedoras de
materias primas, mientras de sus naciones industrializadas traían
productos manufacturados, elaborados con las materias llevadas de
aquí. A mediados del siglo pasado, la mayoría de nuestras
repúblicas empezaron un lento proceso de industrialización. Cuando
comenzaban a descollar y exportar sus productos, llegó el modelo
económico neo-liberal, cortando de cuajo nuestro anhelo de naciones
industrializadas. Sufrimos un retroceso de trescientos años, porque
el modelo retrocedió al fantasma de la minería. Grandes compañías
estadounidenses, canadienses, europeas y australianas, comenzaron a
perforar valles y montañas, buscando oro, petróleo, plata, níquel,
coltán, carbón, y deteniendo el curso normal de nuestros ríos con
sus hidroeléctricas. Desde el árido norte de México, hasta las
frías estepas argentinas, crece sin parar el saqueo minero.
Contrario
a lo que muchos creen, la locomotora minera avanza sin parar,
rompiendo montañas y conquistando todas las ideologías políticas.
La Venezuela socialista de Chávez; la Colombia derechista de Santos;
la izquierda de Correa en Ecuador, y la de Evo Morales en Bolivia; el
justicialismo de Cristina en Argentina; todos, sin distingos
políticos, concesionaron vastas regiones de sus países a las
corporaciones mineras. Solo existe una diferencia; mientras en
Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, las regalías por
concesiones deben pagar entre el 40 y 60% al estado, en Colombia,
Perú y otras naciones del continente, estas compañías solo dejan
unas míseras regalías de entre 8, 10 y 12%.
Durante
el gobierno de Hugo Chávez, se construyeron 9 hidroeléctricas, seis
estatales y tres concesionadas a empresas chinas; tres minas de
hierro fueron concesionadas a los chinos y una de uranio la explotan
iraníes y rusos. En el gobierno de Rafael Correa, se han construido
11 hidroeléctricas; todas concesionadas a compañías extranjeras;
ocho minas de oro se concesionaron a empresas canadienses y cuatro
más están en trámite de entrega. No hago cuentas de las empresas
petroleras extranjeras que explotan yacimientos en estas dos
naciones. Durante el gobierno de Evo Morales, Bolivia ha concesionado
más minas de plata, gas, oro, níquel y otros minerales, que en los
últimos cincuenta años. Todas estregadas a empresas
multinacionales. En Argentina, en los últimos diez años, se han
concesionado minas de carbón y petróleo a empresas canadienses. El
milagro de la minería no tiene ideologías.
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