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3/12/2015

Humanizar la salud en Colombia


Santiago Villarreal Cuéllar
Los recientes decretos presidenciales para tratar de mitigar la difícil problemática que atraviesa la salud colombiana, no constituye ningún mejoramiento al nefasto sistema, impuesto de acuerdo a las recetas del modelo neo-liberal, heredado del gobierno de Cesar Gaviria Trujillo. Hemos dicho hasta la saciedad, y no nos cansaremos de reiterar, que la verdadera reforma a la salud debe ser estructural y no pañitos de agua tibia. Sabemos de los colosales intereses económicos que se mueven alrededor del lucrativo negocio de la salud, convertida en Colombia en una mercancía para beneficio de unos pocos, en detrimento de la mayoría.

Primero debe derogarse la ley 100; el segundo paso debe ser la creación de una ley que permita universalizar la salud para todos los colombinos, sin distingos de clase social o económica, y sin las trabas del embeleco del SISBEN; y el tercer paso debe consistir en la humanización del sistema. Al derogar la ley existente, se acabarían las eps privadas y públicas que no sirven sino para dejar morir los pacientes de forma lenta y cruel. (Y después dicen que en Colombia no hay pena de muerte). La nueva ley que permita universalizar el sistema debe cubrir todas las enfermedades, lo mismo que su tratamiento, suministrando medicamentos de calidad, incluyendo aquellos de marcas comerciales, sin importar si son mesclas. Los médicos saben que las mesclas de substancias farmacéuticas surten mejores efectos que las genéricas. La ley debe permitir que la red hospitalaria pública, lo mismo que las empresas sociales prestadoras de salud estatales, presten el servicio directamente, sin intermediarios, y los recursos serán desembolsados a estos entes estatales. Hasta ahora estas entidades han demostrado buena calidad en la prestación del servicio. La ley contemplará la contratación directa con clínicas privadas, especializadas en áreas donde los demás entes no presten esos servicios. El acceso a la prestación del servicio debe ser gratuito para todos los seres humanos, sin exigir ningún documento pues muchos colombianos ni siquiera tienen cédula o están registrados como ciudadanos, y el no prestar tan vital servicio constituye una violación al derecho a la igualdad de las personas, consagrado en la Carta Magna. Un sistema de salud humanizado permite que toda persona sin distingos de raza, sexo, clase social o religiosa, tenga derecho a la prestación del servicio. Los ricos y algunos sectores de clase media simplemente no utilizan los servicios, porque por cultura ciudadana pagan a entidades privadas. Eso sucede en todas partes del mundo donde la salud es gratuita. Finalmente el nuevo sistema debe contemplar la salud preventiva, que es más efectiva y ahorrará costos al sistema.         

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