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12/20/2014

El espíritu de la Llorona


Santiago Villarreal Cuéllar

He viajado en diferentes oportunidades al Amazonas; estas selvas bravías guardan muchas especies de flora y fauna, pero también muchos misterios; los espíritus de las selvas, como los llaman los aborígenes que habitan esta jungla, hacen parte de la cultura ancestral. Cada árbol, cada riachuelo, cada animal por diminuto que sea; aves, mamíferos, insectos, peces, constituye para los nativos el vehículo contenedor de un espíritu particular. De esta concepción espiritual se desprende el respeto y la veneración que tienen los aborígenes por la madre naturaleza. Cuando ellos matan un animal para alimentar sus familias es motivo de un ritual, piden permiso a los espíritus o elementales de la naturaleza; lo mismo sucede cuando pescan o toman vegetales para terapias medicinales, y para construir sus viviendas.
Cuando se navega por los ríos o caños del Amazonas y camina por el interior de la selva, se escuchan multitud de ruidos, muchos de ellos no correspondientes a los emitidos por seres de este mundo; esos ruidos provienen del mundo paralelo, el mundo espiritual, o el otro mundo como lo llaman los nativos de esta jungla. Entre esos ruidos misteriosos existe uno que pone nuestra piel de gallina, o los pelos de punta como dicen muchos. En algunas oportunidades se escucha a los lejos de la profundidad de la selva un desgarrador llanto de mujer que hace eco en la verde y majestuosa naturaleza. El visitante novato cree que puede tratarse de alguna mujer perdida en la jungla, herida o golpeada por alguien. Pero los nativos explican que se trata del espíritu de la Llorona. Según la leyenda, hace miles de años una mujer huyó de una tribu cargando con su bebé recién nacido; deambuló por el interior de la jungla, hasta que cansada se recostó a dormir sobre la hojarasca; cuando despertó, vio con sorpresa y dolor que su bebé había desaparecido; desde entonces, esta mujer camina desesperada por la selva en busca  de su pequeño sin poder encontrarlo, lanzando terribles y conmovedores alaridos.    



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