Santiago Villarreal Cuéllar
El Tunjo es una leyenda aborigen conocida en
las regiones cundi-boyasense, Tolima y Huila. Los Chibchas hablaban del Tunjo,
pero también lo hacían los Pijaos, cuya cultura poseía dicha leyenda. Pudo
tratarse de un dios, un espíritu, o podía ser un chamán que se transformaba en bebé. Es bueno
recordar que en estas comunidades aborígenes muchos seres humanos, mujeres y
hombres, poseían el poder de transformar su cuerpo en una acción conocida en
términos exotéricos como desdoblamiento, cuerpo astral o pasar a una cuarta
dimensión; en estos desdoblamientos muchos chamanes asumían cuerpos de
animales, monstruos extraños, o cambiaban de físico. En las esculturas labradas
en piedra encontradas por arqueólogos, se pueden evidenciar formas de animales en
algunas de ellas, pero también con una figura humana incrustada en la misma.
El Tunjo es un muñeco de oro, o mejor, un
bebé que se convierte en una verdadera mina de oro. Según la leyenda
sincretizada por el cristianismo católico, se trata de un bebé recién nacido
que llora en cualquier camino al paso de un transeúnte. Cuando el caminante
escucha el llanto del niño, se detiene para observar el lugar de donde proviene
y al encontrar al bebé, lo recoge. Cuando el niño ve a la persona que se
acomide a auxiliarlo, aumenta su llanto, despertando más ternura y sentimientos
de aprecio por parte del transeúnte. Tan pronto lo toma en sus brazos, el bebé
comienza a hablar como si fuera un adulto, sus dientes crecen, lo mismo que sus
uñas, arañando y mordiendo al cuidador. Se transforma en el mismísimo diablo. El
secreto consiste tomarlo en los brazos, coger su manita derecha y santiguarlo
en el nombre del padre del hijo y del
espíritu santo; en el acto, el bebé se transformará en un brillante muñeco de
oro. Pero este muñeco continuará vivo y es preciso llevarlo para la casa,
buscar un lugar para tenerlo, alimentarlo, porque el muñeco come, y cada
bollito de excrementos que defeque diariamente será uno bolita de oro.
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