Santiago Villarreal Cuéllar
El advenimiento del humanismo, inspirado por
filósofos de la Edad Media, como Petrarca, Tomás Moro, Bocaccio, entre otros y
finalizando el siglo XVIII con Rosseau, Montesquieu, Diderót, Voltaire, entre
los más destacados, legó los derechos humanos fundamentales sobre los cuales cimentaron
las nacientes repúblicas de occidente sus constituciones. El primer derecho
fundamental es el de la vida sin el cual todos los demás no tendrían vigencia.
La vida como principio fundamental, su conservación y protección constituye la
base de todos los demás derechos. El segundo derecho fundamental es la
libertad, principio por el cual se libraron sangrientas batallas, primero para
libertarnos de los yugos coloniales y después para liberar al individuo. En
nuestros días para el común de la gente la libertad tiene poco significado y
mucho menos saben de su inmenso valor. Pero si alguien cae preso o secuestrado,
así sea por unas horas, valorará la inmensidad de este derecho. La libertad es
un derecho tan preciado que fue precisamente el castigo inventado por los
expertos en derecho para castigar aquel individuo que viola normas legales
tipificadas como delito. Privar de la libertad es el peor castigo para
cualquier ser humano. Por esa misma razón el secuestro de personas es
tipificado en el Derecho Internacional Humanitario como delito de lesa
humanidad, cuyas penas no están sujetas a amnistías, ni indultos.
Examinando casos específicos, en el contexto
colombiano, de personalidades como Luis Carlos Restrepo, María del Pilar
Hurtado, Andrés Felipe Arias y la ex contralora Sandra Morelli, no se justifica,
pero sí comprendemos por qué estas personas huyeron fuera del país para evadir
la cárcel. Cuando se valora la libertad, así el individuo sea consciente de
haber transgredido la ley, su primer instinto es conservar la libertad a toda
costa. Y como estas personas, son miles de sindicados por diferentes delitos
que huyen en diferentes países del mundo, evadiendo ser apresados para no
perder su más preciado tesoro: la libertad. Amar la libertad se convierte en
obsesión para quienes la pierden, que en muchas ocasiones optan por el suicidio
como única forma de liberar ese cuerpo que está privado de ella en una cárcel.
El derecho a la libertad, concebido como principio filosófico es tan grande,
tan sublime, que muchos seres humanos conciben el suicido como una forma de
liberarse a sí mismos. En países como el Uruguay, la constitución considera el
suicido como un derecho, justamente como principio de la libertad individual; y
en muchos países, la eutanasia, o derecho a morir cuando la enfermedad es
terminal, constituye una forma de liberarse del dolor.
1 comentarios:
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