Santiago Villarreal Cuéllar
El verdadero líder no se distingue solo por
hablar bien, con bagaje intelectual, o por gritar para hacerse oír. Estos
elementos pueden ser útiles para ejercer ciertos liderazgos, pero finalmente
esta clase de líderes no serán bien recordados. El verdadero líder es aquella
persona que está dispuesta a servir en todo momento, sin preguntar cuánto le van
a pagar. La persona que se interesa por los demás, que está pendiente para
ayudar a solucionar los problemas de los demás, por pequeños que sean, es el
llamado a ejercer el verdadero liderazgo. Es muy fácil ser acomedido en los
pequeños detalles a la hora de servir. Coloquemos ejemplos: aquella señora que
llega de visita a algún lugar y se acomide a lavar los platos después del
almuerzo, siempre será recordada por su dinamismo y deseo de servir. El taxista
que sin observar si un herido ensucia el asiento posterior de su vehículo, lo
conduce al hospital y no acosa a la familia del herido por la cuenta, será
recordado, no por ser taxista, sino por su sentido humanitario y su espíritu de
servicio en un momento de emergencia. Ese niño que recoge el artículo que se
nos cayó al piso y lo ayuda a acomodar nuevamente en nuestras manos, siempre
será de grata recordación.
Existen muchas formas de servir a los demás
sin recibir nada a cambio. Un buen consejo en un momento de angustia; regalar
una simple moneda a alguien que la necesita de urgencia, sin ser esa persona
indigente, son pequeños detalles que hacen que recordemos siempre esa persona. Cuan
felices se ponen las mujeres cuando regalamos flores; esos hombres que regalan
flores y chocolates a las mujeres, siempre vivirán en la mente de ellas por
esos pequeños detalles. Aquel niño o niña que recibe dulces de un adulto,
siempre recordará con cariño a esas personas que en su niñez hicieron de su
vida más dulce y agradable. No esperemos ser senadores para servir a la gente;
ayudemos con pequeños detalles.
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