Santiago Villarreal Cuéllar
El congreso que se posesiona el 20 de julio,
es el mejor desde los años 30 y 40 del siglo pasado. En la década de los
treinta y cuarenta, durante los 16 años de gobiernos liberales, el congreso se
compuso de los más selectos ideólogos, oradores y exponentes de las dos
corrientes del pensamiento político del siglo XX; la derecha extrema
representada en cabeza de Laureano Gómez, y el centro izquierda, representada
por Jorge Eliecer Gaitán, hicieron de esos años legislativos los más
fructíferos del país. La huella más significativa fue la reforma de 1936,
defendida con ahínco por Alfonso López Pumarejo y sus aliados en el congreso, y
criticadas con fiereza por Laureano Gómez. Los azares de nuestra violenta
historia hicieron que todos esos progresos sociales fueran borrados de un
plumazo por los gobiernos de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez Castro. Los
gobiernos del frente nacional, desvanecieron las fronteras ideológicas de los
dos partidos, convirtiéndolos en entelequias burocráticas y clientelistas, de
cuya enfermedad aún hoy no se han podido curar.
En 1990, con la irrupción del centro
izquierdista M-19 a la Asamblea Nacional Constituyente y posteriormente en el
congreso, se lograron algunas reformas sociales que se conservan, pero cuya
aplicación ha sido toda una lucha debido al modelo económico neo-liberal que consiguieron
incrustar en la nueva carta magna. Al finalizar la década del 90 y comienzos
del 2000, la izquierda representada por figuras como Carlos Gaviria Díaz, Jorge
Enrique Robledo, Luis Carlos Avellaneda, José Navas Talero, para nombrar
algunos, retornó la verdadera oposición parlamentaria, opacada por las amenazas
de la extrema derecha camuflada en los grupos para-militares.
En este nuevo congreso electo el pasado mes
de marzo, quedaron por primera vez representadas las fuerzas de la extrema
derecha, encabezada por el ex presidente Álvaro Uribe, las izquierdas de
distintos matices, como Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda, Antonio Navarro,
Claudia López y las fuerzas tradicionales de la derecha moderada, burocrática y
clientelista de la llamada unidad nacional. Será muy interesante una oposición
liderada, no solo por los sectores de izquierda, sino de la extrema derecha
liderada por Uribe. Eso es sumamente saludable para nuestra débil democracia,
llena de vicios, clientelas y corrupción. Esa es la auténtica democracia representativa,
donde un sector político gobierna y el otro hace control político, y una
oposición sana y constructiva. Veo a un Uribe con la tenacidad de Laureano
Gómez, amenazando con la llegada del castro-chavismo; veo a Claudia López
liderando grandes debates, conjuntamente con Iván Cepeda y Robledo; y veo a un
Horacio Serpa defendiendo el gobierno de Santos.
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