Santiago Villarreal Cuéllar
Recientes investigaciones científicas descubrieron
que los bebés sonríen para llamar la atención de los adultos. Los bebés recién
nacidos son frágiles, no hablan y su único recurso para expresar sus
necesidades vitales como el alimento, dolor, el hacer sus necesidades
fisiológicas, es mediante el llanto. No obstante, a partir de los tres o cuatro
meses de edad, los bebés empiezan a mostrar su sonrisa ante la presencia de sus
seres queridos. Se creía que lo hacían porque expresaban cariño o afecto hacia
sus padres o hermanos, pero no es así. Lo hacen para ganarse el aprecio, el
cariño y llamar la atención de quienes le rodean. Es un instinto de supervivencia;
en la alambrada de la inteligencia evolucionada durante millones de años, la
sonrisa en los humanos constituye una expresión que atrae a los demás,
generando confianza y aprecio.
Desafortunadamente la sonrisa se pierde en la
edad adulta. Asumimos una actitud seria, en muchas ocasiones rayando con la
amargura. Desperdiciamos un elemento sumamente indispensable para unas buenas
relaciones humanas. La sonrisa se utiliza cuando enamoramos, o si se es reina
de belleza para agradar a los espectadores y el mismo mecanismo, utilizan
algunos políticos. Pero tan pronto termina la campaña electoral, o el reinado
de belleza, ese rostro serio y grave, vuelve a apoderarse de la personalidad.
Si usted desea causar una buena impresión a
las demás personas, empiece hoy mismo a sonreír. Y comience en su propia casa,
con su familia, con su esposa, hijos, padres y demás seres queridos. Sonría a
su vecino, a quien pasa por la calle, y cada que se encuentre con alguien,
sonría. No importa que la otra persona te mire son seriedad o disgusto, no
pierda el sentido de la sonrisa. Si posees un negocio o vende servicios, hágalo
con mayor razón. Una sonrisa baja la tensión del que la profesa, lo mismo que quien
la recibe. Eso sí, cuando sonría, hágalo sinceramente, sin coqueterías, que
salga del alma, del corazón, y no de la hipocresía.
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