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7/01/2014

Jabones antibacteriales


Santiago Villarreal Cuéllar

Las primeras manifestaciones de vida aparecidas en nuestro planeta fueron las bacterias. Con ellas se originó toda la diversidad de vida que conocemos hoy; ese episodio maravilloso ocurrido hace cientos de millones de años, solo tuvo lugar en este planeta de nuestro sistema solar y hasta donde los astrónomos tienen conocimiento, no existe otro igual en la galaxia de la que hacemos parte. Según el criterio científico, somos un planeta accidental donde se dan esas únicas condiciones para que exista esta clase de vida. Por ser las bacterias las más primitivas manifestaciones de vida, no es extraño que todos los seres vivos alberguemos grandes cantidades de estos diminutos seres. Vivimos en compañía de millones de bacterias, unas beneficiosas y otras dañinas para nuestro organismo. Digamos que somos una comunidad de bacterias donde diariamente, a toda hora y momento, estas libran una guerra permanente entre sí, cuyo epicentro tiene lugar dentro de nuestro propio cuerpo, siendo el sistema digestivo humano el centro de una verdadera guerra bacteriológica. Nuestro sistema inmunológico no es más que una comunidad de bacterias que viven en lucha constante contra aquellas que pretenden invadir nuestro organismo.
Hace varios años, distintas compañías productoras de cosméticos, específicamente fabricantes de jabones de tocador, diseñaron varias clases de jabones antibacteriales, tanto para el baño diario de nuestro cuerpo, como para el lavado de las manos. Los componentes químicos para eliminar las bacterias que poseen estos productos son el triclosán y el triclocarbano. No hay evidencias que comprueben que los jabones antibacteriales sean más efectivos que los otros. Pero sí se están realizando estudios para determinar los daños que pueden producir los componentes de los jabones anibacteriales. La misma FDA de los Estados Unidos, pidió una revisión sobre la seguridad de dichos productos. Un primer estudio realizado por Bill L. Lasley de la Universidad de California, demostró que el triclocarbano aumenta los niveles de testosterona en ratas. Otros estudios liderados por Erin M. Reese Clayton de la Universidad de Michigan, mostró que el triclosán es un disruptor endocrino y cree que puede interferir en el funcionamiento de la tiroides. Finalmente, la FDA ha pedido a todos los fabricantes de estos jabones en Estados Unidos, que tienen  plazo hasta finales de este año 2014 para que demuestren que sus productos son efectivos, o  no son dañinos para los humanos, o de lo contrario serán retirados del mercado. Para finalizar, debemos añadir que está plenamente comprobado que el uso de antibacteriales crea resistencia a las bacterias enemigas y con el tiempo se hacen más inmunes a los antibióticos convencionales.       







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