Santiago Villarreal Cuéllar
No existen
pruebas históricas, ni arqueológicas de la existencia de Jesús como persona de
carne y hueso. Los relatos del Nuevo Testamento bíblico no se consideran
históricos. Uno de los historiadores más reconocidos de la época de Herodes,
como fue Flavio Josefo, nada dice acerca de Jesús, ni escribió sobre la horrible
noticia del asesinato de 14 mil niños que hablan los evangelistas; tampoco
relata las tres horas de oscuridad acaecidas el día de la muerte de Jesús;
estos hechos tan trascendentales tampoco se han encontrado en los anales de
Roma, cuya capital del Imperio Romano dominaba en aquella época el territorio
palestino. Es conocida la falsedad de los clavos que la Iglesia Católica presenta
como reliquia, con los que supuestamente fue crucificado Jesús; el santo sudario
fue objeto de análisis científico, descubriendo que fue elaborado 700 años
después de su muerte; ni siquiera el prepucio, adorado en una Iglesia de Roma,
convence a historiadores y científicos. Pero aceptemos que Jesús es un misterio
que solo la fe y la creencia puede discernir y remontémonos a la historia del
cristianismo.
Algunos
datos refieren el año 42, cuando Pedro llegó a Roma y comenzó a difundir la
doctrina. Pablo también predicó en esa ciudad. Sacerdotes de otras religiones
persiguieron estos misioneros, hasta asesinarlos. Sin embargo, la doctrina
continuó difundiéndose en Roma, y Grecia. En los primeros tres siglos el
cristianismo competía con religiones paganas, judías, griegas y caldeas. En el año 306, con la llegada del Emperador Constantino, este comenzó a
regular estas sectas. El año 325 convocó el primer Concilio ecuménico de Nicea,
presidido por el obispo Ozius. Allí se estableció la Iglesia Católica Apostólica
Romana, y se recopiló el Nuevo Testamento, dejando cuatro evangelios de los
setenta y dos que se presentaron. Los otros fueron declarados apócrifos.
Posteriormente, Constantino prohibió cualquier otra secta religiosa diferente a
la Iglesia Católica. En el año 452, al reunirse el Concilio de Calcedonia, para
decidir sobre la naturaleza de Jesucristo, el Patriarca de Constantinopla se
rebeló contra el Papa León. Esa rivalidad continuó hasta el año 789, cuando en
el Concilio ecuménico griego se declaró el cisma y establecieron como primer
Patriarca, a Photius. Así nació la Iglesia Católica Ortodoxa. En 1517, el sacerdote alemán Martín Lutero, se rebeló contra la bula
papal de León X, naciendo el protestantismo. En 1533, el Rey Enrique VIII de
Inglaterra, se rebeló contra el Papa Clemente VII y separó su reino creando la
Iglesia Anglicana. De la secta de Lutero y del anglicanismo, surgieron todas
las sectas protestantes conocidas hasta nuestros días.
0 comentarios:
Publicar un comentario