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3/10/2014

El fenómeno electoral de Uribe


Santiago Villarreal Cuéllar

Aunque los pronósticos decían que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, arrastraría por lo menos 30 senadores, la realidad fue que solo alcanzó 19. 

Pero es un excelente número de senadores y representantes, que también logró sacar muchos, para una figura que continúa arrojando réditos políticos. 

No obstante las críticas sobre su gestión como gobernante, sus escándalos de corrupción en su periodo presidencial y la violación de los derechos humanos, la gente de todas las clases sociales poco les importó y votaron por la figura del caudillo.

Podríamos decir que el país se inclina hacia la derecha, pero no es una apreciación cierta. Porque para pensar o creer esa posibilidad, tendría que haber votado por lo menos el 90 % de los colombianos habilitados para ejercer ese derecho. Sin embargo, solo votó un 40 % de ese electorado, que siempre lo hace en las elecciones parlamentarias. Un electorado que ya está cautivo, digamos una clientela política que vota por dádivas, favores y todo lo que constituye una democracia aprisionada dentro del clientelismo electorero, típico de la mayoría de las democracias de latino América.

Pero la derecha propuesta por Uribe, es un voto limpio, un voto de opinión, donde no hubo dádivas, ni compra de votos. Entonces este fenómeno es saludable para nuestra enclenque democracia. La mayoría de politiqueros que perdieron las elecciones, tanto para senado y cámara, están hoy molestos con Uribe, porque, no obstante haber gastado gruesas sumas de dinero, el caudillo usurpó sus feudos y les "robó" esos votos con los que ellos pretendían salir. 

Ahora esos politiqueros se enfrentaron, y quien sabe hasta cuando tendrán que soportar este fenómeno, a dos frentes de batalla: por un lado la izquierda democrática que tampoco invierte sumas de dinero en campañas y obtienen una buena votación de opinión, y al caudillo Álvaro Uribe Vélez, con una derecha que tampoco invierte gruesas sumas de dinero y que logró cautivar ese electorado, que hasta este 9 de marzo permanecía atenazado entre las fauces de esa clase política corrupta y clientelista. 

Entonces diremos como los creyentes: si Dios necesita al diablo para atemorizar a los creyentes, Colombia necesita a Uribe para escarmentar a esa clase politiquera corrupta y sin escrúpulos.  

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