Santiago Villarreal Cuéllar
De operación relámpago se podría calificar la efectiva acción de la Policía Nacional en la rápida investigación por el vil asesinato del agente de la DEA, James "Terry" Watson, la noche del sábado 22 de junio de 2013 en el Barrio Laureles de Bosa, al sur de Bogotá.
Las pesquisas dieron con los presuntos criminales, quienes de inmediato fueron cobijados con ordenes de captura, en una operación judicial de parte de la Fiscalía, que tampoco deja de sorprender por su rapidísima efectividad.
Algunos analistas de estas tramas policiales y jurídicas manifiestan que podría tratarse de simples chivos expiatorios para congratularse con las autoridades norteamericanas, quienes exigieron justicia en este caso. Otros expertos aseguran que estas capturas son obra de agentes de la DEA y el F.B.I., quienes estarían colaborando en este caso y de allí la rapidez y efectividad.
La pregunta que todos los colombianos de a pie nos hacemos es: si es la Policía y Fiscalía colombianas, la de esta maratónica hazaña, ¿porqué no lo hacen cuando se trata de humildes ciudadanos colombianos que son asesinados en iguales circunstancias? ¿Cuántas personas no han muerto a manos de delincuentes comunes por robarles un celular y hasta la fecha no hay ningún capturado? ¿Y cuántos delincuentes han sido dejados libres por los jueces, aun capturados en flagrancia? ¿Será que tenemos que ser agentes de la DEA, F.B.I. o la CIA para que investiguen y castiguen rápido el día que caigamos en las garras de los delincuentes?
Deja mucho que pensar esta hazaña de las autoridades colombianas en este caso y nuestra malicia indígena nos dice que no todo esto puede ser efectividad, ni mucho menos casualidad.
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