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4/16/2013

Que se casen y críen hijos



Santiago Villarreal Cuéllar
La noche que debatían en el congreso de la república el proyecto de acto legislativo, presentado por el presidente Uribe, por el cual se reformó el artículo 17 de la Constitución Política, con el propósito de prohibir la dosis personal del consumo de estupefacientes, un gran número de anarquistas bailaban alegres en la Plaza de Bolívar. No bailaban ni gritaban porque se estaba aprobando dicho proyecto, pues todos eran consumidores de drogas alucinógenas. Celebraban para mofarse de unos congresistas torpes que aprobaban leyes que jamás se cumplirían. Y así fue. La dosis personal del consumo de estas substancias se conserva y aunque hubiera sido prohibida, siempre la seguirían consumiendo.
Algo parecido sucede con el matrimonio de parejas del mismo sexo. El próximo 30 de junio se cumple el plazo que dio la Corte Constitucional para que el congreso legisle para regular la unión de estas parejas. Sin embargo, los congresistas no parecen ponerse de acuerdo, ni el gobierno presenta ningún proyecto para apersonase de tan espinoso tema. Mientras tanto,  grupos LGTB hacen bullaranga para que los tengan en cuenta y el legislador les conceda unos derechos, que ya tienen ganado de hecho. Por otro lado, grupos de pastores, sacerdotes y beatas, fundados en su fanatismo religioso y fe ciega, piden a gritos no aprobar semejante herejía.
Sin importar lo que digan unos legisladores mojigatos, ni lo que vociferan unos fundamentalistas religiosos, miles de parejas de homosexuales y lesbianas, viven en concubinato, crían niños, unos biológicos, caso de las lesbianas, pero también los tienen hombres que dejaron su mujer porque descubrieron que les gustaba otro hombre, y se repartieron los hijos. Nada de “raro” tienen estos niños criados por estas parejas. Yo conozco muchos y la mayoría de ellos, en el caso de los varones, asumen un comportamiento heterosexual y en el caso de las niñas lo mismo. Eso sí, estas parejas piensan que si se aprueba el matrimonio para ellos, les aseguraría mejor su futuro y el de sus hijos.
Yo no puedo concebir que en pleno siglo veintiuno, cuando en muchos países europeos, en Israel, considerada una de las naciones más conservadoras y belicosas del planeta, y en varios países latinoamericanos se aprobó el matrimonio para estas parejas (en España, Holanda, Bélgica y Argentina, se permite la adopción de niños), aquí en Colombia le tengan tanto miedo legislar sobre este asunto. ¡Dejémonos de mojigaterías señores congresistas! Hagan el debate y aprueben una ley, para que lesbianas, maricas y toda clase de personas con diferencias sexuales puedan casarse y adoptar hijos.        

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