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6/15/2012

MILAGROS Y SANACIONES



Santiago Villarreal Cuéllar
Diversos líderes religiosos, especialmente de sectas cristianas y para-cristianas, ofrecen toda clase de milagros y sanaciones a nombre de Jesús. Miles de creyentes acuden a ceremonias, (cultos y ritos) para recibir las supuestas bendiciones que redimirán sus dolencias. Los predicadores aseguran que no son ellos, como cuerpos mortales, quienes prodigan dichos milagros sino que es el mismo Espíritu Santo quien se manifiesta. Muchas personas que padecen enfermedades pasajeras, dicen mejorarse cuando acuden a estas sanaciones. Sin embargo, son muchos los que padecen enfermedades crónicas, (diabetes, hipertensión) a quienes el Espíritu Santo no parece interesarse por ellos y aunque acuden a cuanta sanación existe, con toda su fe, continúan enfermas. Y ni qué decir de enfermedades como el cáncer, sida y otras, para las que ni en la tierra, ni en el lugar donde reside el Espíritu Santo han encontrado curación.
Muchas personas, no obstante, aseguran recibir sanación y milagros. Pero examinemos casos: científicamente está demostrado que muchas enfermedades padecidas por la gente obedecen a hipocondrías, más conocidas como dolencias imaginarias. Cuando esto sucede, esas personas acuden a sanaciones y naturalmente reciben el “milagro.” Otras personas pueden ser victimas de alguna clase de virus. Las virosis tienen un periodo de incubación, aparición, evolución y desaparición. Generalmente este proceso dura alrededor de entre siete y doce días, tiempo en el cual, si el enfermo es llevado a una sanación, su mejoría natural parecerá como si se tratara de un milagro. Lo mismo sucede con otras circunstancias de la vida diaria de las personas. Por ejemplo: si alguien necesita un empleo, acude al culto de sanación y luego de unos días, ¡oh milagro! El empleo deseado se consigue. Esto obedece en la mayoría de los casos a la lógica de las casualidades.
No pretendo con estas afirmaciones menguar la fe de los creyentes. Todo lo contrario, los humanos debemos creer y tener fe en nosotros mismos, y si creemos que existe un ser superior, debemos mantener esa fe y esperanza, pero libre de utopías y supersticiones.     

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