Santiago
Villarreal Cuéllar
El mundo entero se escandalizó
hace unas semanas con la noticia de un hombre desnudo que le comió, a plena luz
del día, los ojos, nariz, mejillas y boca a un indigente. El horripilante caso de
canibalismo sucedió en una calle de la ciudad de Miami. Pocos días después, en la misma ciudad, un
joven de veintiún años irrumpió en un restaurante e intentó comerle la mano a
un policía. Las autoridades de policía y médicas, investigan el extraño comportamiento
de estas dos personas, por lo menos del último, pues el primero fue ultimado a
tiros por agentes de seguridad. Los primeros indicios apuntan al consumo de una
droga sintética llamada “Cloud nine,” mas conocidas como sales de baño, las
cuales son consumidas por adictos farmacodependientes. Estas substancias
aparecieron en Estados Unidos en el año 2010 y se han propagado sin ningún
control. Las autoridades y la sociedad norteamericana, tratan de encontrar una
respuesta a un comportamiento que ha sucedido a lo largo de la historia de la
humanidad y ocurre en nuestros tiempos.
Varias historias contaron los
invasores españoles cuando pisaron tierras americanas. Le hicieron creer al
mundo de entonces, que la mayoría de tribus aborígenes comían gente. Con ello
quisieron justificar las horribles torturas y masacres proferidas a los
indígenas. Pero investigadores modernos, (antropólogos) han descubierto que
nuestros antepasados se alimentaban de vegetales, animales de caza y estaban
lejos de practicar el canibalismo. En la década de los setenta se acusó al
dictador de Uganda, Idi Amín, que practicaba el canibalismo. Se dijo por parte
de periodistas occidentales, que este general guardaba en su nevera sendos
filetes de carne humana. Sin embargo, nunca se confirmó semejante bestialidad.
Toda esa lluvia de acusaciones se derivaron de unas declaraciones que el
dictador le dijo a un periodista inglés, cuando le invitó a una cena con carne
de tigre. El británico manifestó que tenía un sabor dulce, a lo que el general
manifestó que la carne humana era saladita. También en esa década, el mundo se escandalizó y le atribuyeron toda
clase aberraciones.
Pero en cambio nadie se ha
inmutado con las revelaciones de algunos miembros del para-militarismo
colombiano, cuando dieron lujo de detalles, de la forma como preparaban la
carne de algunas de sus infortunadas victimas. Estos hechos ocurrieron en los
departamentos de Sucre, Magdalena y Córdoba, en la década del dos mil. Uno de
ellos manifestó que freían trozos de pierna, muslo y hasta hígado. Pero aquí no
sorprenden esas atrocidades. Este es un país como dijo García Márquez, “donde
la realidad parece ficción y la ficción realidad.”
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