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3/07/2012

TIMANÁ: REUBICACIÓN, O DESAPARICIÓN



Por: Santiago Villarreal Cuéllar
El bello terruño de Timaná, ubicado en el Sur del Departamento del Huila, fue fundado el 18  de diciembre de 1538, por el invasor español, don Pedro de Añasco. Cuando don Pedro incursionó en esa comarca, encontró un abanico de aborígenes de diferentes etnias. Los quinches, sicanas, pakíes, tobos, solo para citar algunos. De hecho, la cacica Gaitana fue la primera mujer que heroicamente se enfrentó con el invasor y lo asesinó.
Pero remontémonos a la pre-historia: hace ochenta millones de años, lo que hoy es la cabecera municipal, era una montaña de más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar. El pico de la montaña era un volcán en plena actividad. Obviamente los humanos no existían en nuestro planeta y el mismo se encontraba habitado por enormes animales (dinosaurios). La región donde hoy es Garzón y Neiva, constituía un océano.
Hace setenta y ocho millones de años, se produjo un gigantesco cataclismo, al parecer por la colisión de un meteorito. Este hecho cambió el mapa de la tierra. La montaña colapsó con cráter y todo, el mar se retiró y la región que hoy ocupa el valle de Laboyos, se convirtió en una laguna. Por esta razón, Pitalito es una ciudad asentada sobre humedales. Los remanentes de esa laguna todavía se evidencian en la región de la Coneca.  Allí se originó la leyenda de la vaca marina, un hermoso animalito, mitad vacuno, mitad pez, que lamía las vacas terrestres y las preñaba.
Sobre los remanentes de la boca del volcán, Añasco construyó los primeros ranchos que dieron origen a la villa de Timaná. Las pruebas son latentes: la composición de los suelos son de  piedra caliza (producto de la lava), cenizas volcánicas y tierra gredosa. El casco urbano y las dos estribaciones montañosas que lo rodean, tienen enormes fallas geológicas. Hace veinte años, empezó a erosionarse la región de Tobo. Los habitantes del lugar se sorprendieron y se angustiaron. No era para menos. La erosión cesó por un tiempo. Hace dos años se reanudó. Algunos campesinos, propietarios y poseedores de pequeños minifundios, han visto desaparecer el fruto de muchos años de trabajo. Pero  la otra estribación, asiento de las veredas Quinche, San Antonio y Montañita, también comenzó un lento proceso erosivo.          
Los políticos visitan la zona. Hablan, prometen. Llegan comisiones de “expertos.” Pero nada se hace. Nadie acepta la realidad. Es costosa, es impensable. La verdad: la zona urbana y parte del  área rural de Timaná, deberán ser reubicadas.  

    

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