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1/03/2012

VIENTOS DE CAMBIO



Por: Santiago Villarreal Cuéllar
Desde el primero de enero de 2012, vientos de cambio se avecinan sobre los cielos de los municipios y gobernaciones de Colombia. Ese día, se posesionan los mandatarios electos el pasado treinta de octubre. Desde el inicio de este experimento democrático en nuestro país, a partir de 1988, mediante la reforma constitucional de 1985, los colombianos empezamos a elegir nuestros alcaldes. Solo que los burgomaestres eran elegidos en marzo y se posesionaban el primero de junio del año electoral. La nueva Constitución de 1991, contempló la elección de gobernadores. Mediante reforma constitucional de 1994, tanto alcaldes como gobernadores se eligen en el mes de octubre y se posesionan el primero de enero.
Unos pocos municipios y gobernaciones han logrado grandes éxitos con sus mandatarios. La gran mayoría de estos entes territoriales, no han tenido suerte y la corrupción, principal enfermedad de nuestro sistema democrático, tocó fondo en muchas administraciones locales. Son muchos los gobernadores y alcaldes que han ido a parar a la cárcel, como castigo de sus actos equivocados e ilegales. Cientos de ellos han sido, o están siendo investigados, otros fueron suspendidos y no son pocos los que les declararon “muerte” política. El experimento no ha sido muy alentador, pero esa es la democracia. ¿O será una falsa democracia?
En lo concerniente a Pitalito, existe un verdadero optimismo frente a la posesión del doctor Pedro Martín Silva. Un nuevo estilo, una nueva forma de gobernar, se espera de este contador público, que ya pasó por ese Despacho dejando un buen rastro. Eso motivó a la mayoría de laboyanos para que depositáramos la confianza, votando por él. Un hombre de principios, perteneciente a un partido tradicional, oriundo de esta tierra y de profunda fe cristiana. Todos esos elementos juntos, nos inspira una confianza de que realizará las cosas bien.
Todos los mandatarios salientes son rechazados de alguna forma por la opinión de Pitalito. Pero el que se marcha, es quizá el que mayor desconfianza ha despertado en el público. Salvo, aquellos que se beneficiaron directamente de su administración, la inmensa mayoría manifiesta su satisfacción por su partida. No es para menos. Siempre se percibió una administración desordenada, permeada por la sospecha. Desde el inicio de su mandato se habló en los corrillos de una supuesta alianza con grupos mafiosos. Y aunque esto nunca se demostró, tampoco logró despejar esos comentarios. En materia de espacio público fue un desastre. Mientras combatió las ventas ambulantes de los más pobres, permitió toda clase de toldos, como los que instalaban en el Parque principal para que las multinacionales expendieran teléfonos celulares. Lo mismo sucedió en los andenes de calles y carreras. En vísperas de su despedida, cedió parte del parque de la Balvanera para colocar un restaurante de comidas rápidas. En sus últimos días de gobierno, volvió a sufrir una nueva crisis de agresividad, con el bochornoso espectáculo protagonizado con el Jefe de Planeación Municipal. Naturalmente, como muchos otros mandatarios, realizó una buena gestión en obras que otros no hicieron. Tenemos que destacar que en obras civiles se lució. En materia de educación también salió bien librado.
Pero tenemos una esperanza muy grande en el nuevo mandatario. Su programa de gobierno es muy ambicioso y en materia social es bastante progresista. En estos dos meses de empalme, ha logrado atraer a la mayoría de las vertientes políticas para que se vinculen a su administración. Eso le dará bastante poder de maniobrabilidad en le seno del Concejo y con la opinión en general. 
Pedro Martín, encarna la esperanza de un pueblo cansado de promesas, demagogia y proyectos inconclusos. Tiene unos retos muy difíciles por enfrentar, pero su experiencia le mostrará los mejores caminos para superarlos. Un reto urgente, primordial, lo constituye el alto grado de inseguridad existente en nuestro municipio. No es solo en el área urbana sino en la zona rural, donde la delincuencia se ha enseñoreado. Hace falta mano dura. No se percibe autoridad de quienes poseen la potestad de ejercerla. A veces pareciera que los delincuentes le hayan ganado la batalla a la gente de bien, que somos la inmensa mayoría. En ese aspecto, debemos rodear y apoyar al nuevo mandatario para que tome las medidas que considere convenientes, a fin de derrotar esa delincuencia.
     

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