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12/02/2011

EL DRAMA DE LOS SECUESTRADOS


Por: Santiago Villarreal Cuéllar

 

El terrible desenlace de los cuatro secuestrados muertos en cautiverio, producto del fallido intento de rescate, nos hace reflexionar sobre la necesidad de terminar con este drama. No se puede concebir, que en un Estado social de derecho, no exista  una voluntad política para abrir canales de dialogo, entendimiento y negociación para liberar a los que padecen ese horrible flagelo. La empecinada política del gobierno anterior y del actual, de querer derrotar la guerrilla alimentando la guerra, ha producido buenos resultados en algunos campos, pero en otros es un verdadero desastre.

Es comprensible el dolor, el resentimiento y hasta el rencor que los familiares de los secuestrados pueden sentir por los guerrilleros. Pero uno de los principios para negociar en cualquier conflicto armado, consiste primero en perdonar. El perdón es un elemento indispensable para iniciar cualquier dialogo cuando una parte se siente ofendida. El señor presidente de la república, debe flexibilizar algunas posturas frente a este drama y buscar una negociación que redunde en la liberación de todas las personas que se encuentran privadas de la libertad, en manos de grupos guerrilleros. Toda la sociedad civil, debe celebrar la búsqueda pacífica y negociada, no solo de la liberación de los secuestrados, sino  del fin de esta guerra absurda.

Algunos grupos sociales, realizan manifestaciones públicas pidiendo la libertad de los cautivos. Estamos de acuerdo.  Pero a mi juicio, no es protestando contra grupos armados como se obtendrá el éxito. Ello despierta más resentimiento, polariza los ánimos de una sociedad cansada de la guerra. Cualquier manifestación de la sociedad civil, debe enfocarse a exigir al establecimiento gubernamental la necesidad de buscar mecanismos de dialogo y negociación. No importa que esas negociaciones se dilaten. No importa que la guerrilla parezca arrogante e intransigente. El buen negociador sabe esperar, sabe perdonar y sabe comprender. Si en lugar de apagar este incendio con el rocío del dialogo, se continúa arrojando más combustible, desafortunadamente seguiremos recibiendo cadáveres, en lugar de liberados con vida. 

     


SANTIAGO VILLARREAL CUELLAR
http://nuevaera66.blogspot.com/

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