Por
Santiago Villarreal Cuellar
Transgénicos son aquellos
organismos modificados genéticamente, cuya disciplina especifica, para
alimentos agrícolas es la Biotecnología. Pero también se realizan experimentos
en animales para mejorar la calidad de su carne y mayor productividad.
El mejoramiento de
cultivos para obtener mejores rendimientos y excelente calidad, no es nuevo en
la historia de la humanidad. Entre los años 12.000 y 4.000 a.c. ya se
realizaban mejoras mediante la selección artificial de las semillas. En el año
1876, cuando se descubrió la reproducción sexual en vegetales, se realizó el
primer cruzamiento inter-genético. En 1906, se efectuaron las primeras fusiones
de protoplasmas y en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad,
mediante la irradiación de rayos X de semillas. En 1983 se hizo el primer
transgénico y en 1994 se aprobó la comercialización del primer alimento
modificado genéticamente. No obstante, desde hace muchísimos años se producen
alimentos cuyos cruzamientos y modificaciones son considerados por la ciencia
como transgénicos. Es el ejemplo del tomate de mesa, de cuyo fruto originario descubierto
hace quinientos años en lo que hoy es México, no existe sino algunas especies
en vías de extinción, pues las que conocemos hoy son mejoradas.
Pero, ¿son perjudiciales
para la salud estos alimentos manipulados genéticamente? Algunos grupos de
ecologistas y ambientalistas, consideran que las células inoculadas a estos
alimentos pueden pasar al torrente sanguíneo de los humanos, lo que a futuro
podría ser perjudicial. Otros son de la opinión que los cultivos transgénicos
pueden llegar a romper la cadena de la biodiversidad y causar catástrofes en la
evolución de otras especies.
Sin embargo, la
Organización para la Agricultura y la alimentación, FAO, a declarado que no
existen pruebas de presuntos perjuicios y por el contrario, en el extenso
estudio que hace sobre esta clase de agricultura mejorada, exalta los logros
obtenidos en cultivos mejorados genéticamente para resistir a ciertas plagas y
disminuir el uso de pesticidas, fungicidas y herbicidas. Por su parte, la
Organización Mundial de la Salud OMS, expresa que no existen pruebas, que al
ingerir alimentos modificados genéticamente, alguien haya sufrido algún tipo de
intoxicación o hubiese adquirido la transmisión de dichos genes. Alerta sí, que
se debe de realizar una constante y permanente observación sobre estos
productos para detectar cualquier anormalidad.
En Colombia, desde hace
muchos años se producen alimentos transgénicos. La Federación Nacional de
Cafeteros es pionera en esta disciplina. Es así que la variedad de cafeto originario
de Arabia, está prácticamente extinguida y a sido suplida por especies
mejoradas como la caturra, variedad Colombia y variedad Castilla, resistentes a
la roya. Lo mismo sucede con el banano, el arroz y otras especies vegetales.
No se puede desconocer
que los alimentos genéticamente mejorados, se constituye en el mejor paliativo
para la agricultura, produciendo mejores rendimientos y colocando mayor
abundancia de alimentos en los mercados con lo que los precios no se elevarán.
En cuanto a los efectos en la salud, hace muchos años los estamos consumiendo y
no se conocen resultados adversos.
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