Por: Santiago Villareal Cuéllar
A raíz de la muerte del jefe de las farc 'Alfonso Cano,' el pasado 04 de noviembre en un paraje rural del municipio de Suarez Cauca, me trae al recuerdo las leyendas y mitos populares alrededor de algunos personajes de ingrata recordación. La idiosincrasia, el folclor y la imaginación mágica de nuestros pueblos latinoamericanos, ha construido a lo largo de nuestra historia muchas mitologías. Ese mestizaje cultural, esa fusión del aborigen americano, soñador, creyente de religiones politeístas paganas y el invasor español, ambicioso, constructor de sueños utópicos, que llegó en busca del preciado Dorado, cargado con la fe Católica, formó una raza creyente, quimérica, capaz de crear leyendas de ensueño.
En el maravilloso pueblo de San Carlos de Bariloche, al Sur de la Patagonia argentina, se tejió el mito de que allí llegó procedente de Alemania el dictador Adolf Hitler. El latino es incapaz de aceptar que ese personaje se suicidó cuando se sintió derrotado. Y allá, en esa región le han creado la leyenda, le construyeron la casa de la hacienda y el altar, donde supuestamente vivió sus últimos años. En nuestro país, son cientos de miles las personas que creen que el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, no murió en un barrio de Medellín. Afirman que el capo vive y se encuentra en alguna paradisiaca isla del Caribe. No falta quien dice haberlo visto y dialogado con él. En muchos otros lugares le rinden culto y dicen que su espíritu hace milagros. En Pitalito, una señora asegura comunicarse con el espíritu del "hermano" Pablo. Lo mismo afirma mucha gente del para-militar Carlos Castaño. Aseguran que está vivo y trabaja para la CIA de los Estados Unidos. En el cementerio central de Neiva, le rinden culto al guerrillero Saúl Quintero. Su tumba permanece llena de velas, flores y recipientes llenos de agua. Ese es nuestro pueblo, creyente, supersticioso y soñador.
Desde muy niño escuché la leyenda que 'Manuel Marulanda Vélez,' alias 'Tirofijo,' era oriundo del hermoso municipio de Saladoblanco. Decían que allí vivía una hermana suya y que de vez en cuando venía 'don Manuel,' acompañado de un perro, una escopeta y machete al cinto. Que almorzaba sancocho de gallina, fumaba un par de tabacos, bebía café y luego se marchaba como Pedro por su casa. Ahora, al morir 'Alfonso Cano,' escuche unas personas decir que este guerrillero era nacido en el bello terruño de Timaná. Nada más lejos de la realidad. Porque 'Tirofijo' no se llamaba 'Manuel.' El verdadero nombre del fundador de las farc, era Pedro Antonio Marín, nacido en zona rural del municipio de Génova, en esa época del gran Caldas. Hoy pertenece al Departamento del Quindío. Según el historiador Arturo Alape, (q.e.p.d.), el líder guerrillero nació en el mes de mayo de 1930. El nombre de 'Manuel Marulanda Vélez,' se lo impusieron en la primera cumbre guerrillera de 1958, en Marquetalia. Ese mote fue para rendirle homenaje al sindicalista antioqueño Manuel Marulanda Vélez, cofundador con María Cano del Partido Comunista Colombiano. El sindicalista Manuel, fue preso en diciembre de 1950 por agentes del estado, torturado salvajemente en los calabozos del SIC de Bogotá y a los cincuenta y cuatro días liberado. Debido a su lamentable condición de salud murió tres días después.
En cuanto al guerrillero 'Alfonso Cano,' como todos se han enterado, su verdadero nombre fue Guillermo León Sáenz Vargas, nacido en la ciudad de Bogotá el 22 de julio de 1948. Estudió y se graduó de antropólogo en la Universidad Nacional, donde ingresó en 1968.
Personalmente no creo que 'Tirofijo,' ni 'Cano,' conocieran Saladoblanco, o Timaná. Verdad es que el frente trece de las Farc, sí irrumpió en esos dos municipios. El 18 de abril de 1984, miembros de ese frente secuestraron y desaparecieron al ganadero Mariano Sánchez, en jurisdicción de Naranjal Timaná. Posteriormente asesinaron a varios labriegos en las veredas de Quinche, San Antonio y Montañita del mismo municipio, en la misma década de los ochenta. En el municipio de Saladoblanco, la presencia de ese grupo armado fue evidente hasta hace pocos años, específicamente en la región de Morelia.
Pero en ninguno de estos dos municipios han nacido líderes guerrilleros. Estas regiones han sido habitadas históricamente por gentes pacíficas, laboriosas, honorables de profunda fe Católica, ajenos a cualquier vinculación con el conflicto armado colombiano. Estos mitos y leyendas deben desaparecer de la mente y la tradición oral de nuestros pueblos, especialmente cuando se trata de mitificar a personalidades de esa reputación.
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