Hace quinientos años llegaron españoles, ingleses y portugueses a nuestro continente en busca del oro. Y lo encontraron y lo saquearon, llevando miles de toneladas de ese precioso mineral. Pero no solo llevaron oro, también encontraron plata, diamantes, esmeraldas y al comenzar el siglo pasado encontraron petroleo. Ha sido un saqueo permanente de estos recursos por parte de las potencias imperiales.
Doscientos años después de la llamada independencia, solo algunos países han logrado plena libertad política y económica. En este lapso de tiempo, surgió la agricultura, ganadería y una incipiente industria, con lo que la dependencia alimentaria no ha sido tan significativa.
Sin embargo, a partir de la década de los noventa, se ha intensificado de nuevo la explotación minera. Primero fomentan la minería clandestina en la que cientos de miles de personas perforan la tierra donde se presume, o se tiene pleno conocimiento que existen estos metales preciosos. Luego, los gobiernos de turno al servicio de las multinacionales extranjeras, "legalizan" esas minas, entregándolas en concesión a esas multinacionales a cambio de unas modestas regalías para el Estado, pero pagando jugosas comisiones a los presidentes, ministros y congresistas que se prestan para legislar en favor de los monopolios.
Es así, que Latino-América retrocede 500 años de su historia, volviendo a la minería y dejando de lado la agricultura, base principal de la seguridad alimentaria de una país, e incluso abandonando la misma industria nacional. Pero claro, para eso son los Tratados de Libre Comercio, para que traigan comida "barata," maquinaria y todo lo que necesita un país que nunca saldrá del sub-desarrollo.
Cuando una nación pierde su soberanía alimentaria y se dedica a perforar la tierra como los topos para sacar recursos minerales, pierde toda su propia dignidad de pueblo libre.
Hace 5 años
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