Santiago Villarreal Cuéllar
Precursores del oscurantismo; fariseos que
rezan a gritos para que el pueblo los vea y les crea; empuñadores del látigo de
la opresión; siniestros personajes que pretenden regresarnos a las teocracias
demolidas por los huracanes de la libertad y la razón; búhos que en la
oscuridad de sus mentes pretenden tapar con vendas mohosas el inmenso sol que
alumbra nuevos horizontes. Así andan, se pasean, discursan y divagan, dos
senadores, una que pisotea con su fanatismo los ideales del partido que avaló
su nombre y el otro hace apología al partido de los retrógrados; recogen firmas
para convocar un referéndum con el propósito de derogar la sentencia de la
Corte Constitucional que dio a la comunidad gay de Colombia la oportunidad de
adoptar niños. Peligrosa misión y oscuro objetivo, si tenemos en cuenta que se
trata de menoscabar el derecho de una minoría. Hitler también empezó su campaña
siniestra criticando los judíos y terminó cometiendo el más horroroso crimen
que la historia reciente haya registrado. Así empiezan los opresores y terminan
absorbidos por su fanatismo ciego destruyendo las vidas de quienes ellos
consideran pecaminosos e indeseables.
La comunidad LIGTB por su parte duerme en los
laureles de la pasividad; miran para otro lado y como los avestruces que
esconden su cabeza al vislumbrar el peligro, no perciben el atropello. Un logro
ganado con esfuerzo no puede dejarse arrebatar por parte de unos fanáticos.
Deben enarbolar las banderas de la libertad y el derecho; esos mismos que no
tenían y los tuvo marginados y despreciados por una sociedad hipócrita. Porque
no se trata de perder un logro; se trata de defender sus derechos. Los
defensores de los Derechos Humanos rechazamos categóricamente esta campaña en
contra de los derechos adquiridos por una minoría. Es como si recolectaran
firmas para aprobar la pena de muerte, o retroceder a la esclavitud y venta de
afro-descendientes; es igual que convocar un referéndum para legalizar la
tortura, negar el voto a la mujer, o prohibir la libertad de culto y de
conciencia; son los mismo derechos fundamentales rescatados para todos los
habitantes; solo que cuando se otorgan a una minoría parecen exagerados y hasta
abusivos. Aquí no se trata solo de la defensa de una minoría; aquí lo que está
en peligro son todos los derechos fundamentales, porque ninguno es menos
importante. Y quienes hoy recurren a las firmas para derogar un derecho, dejan
ver sus crudas intensiones. ¿Dónde está esa bullosa comunidad gay que no sale a
la calle a contrarrestar esta campaña? Cierren filas en contra de quienes
pretenden continuar la persecución.
0 comentarios:
Publicar un comentario