Santiago Villarreal Cuéllar
El 03 de mayo, cientos de miles de personas marcharon
en varias ciudades del mundo, exigiendo legalizar el consumo de la marihuana. En
distintos países europeos está permitida la dosis personal del consumo de
ciertos estupefacientes; en algunos como Holanda, Dinamarca y Suecia, el estado
mediante los ministerios de sanidad, suministran gratuitamente la dosis
personal. En Colombia, mediante Sentencia C-221 de mayo 05 de 1994, emanada de la
Corte Constitucional, cuyo ponente fue el magistrado Carlos Gaviria Díaz, se
otorgó el derecho a los ciudadanos de consumir la dosis personal de algún
estupefaciente, en aras del libre derecho al desarrollo de la personalidad
humana. Prácticamente la Corte legisló sobre el tema, y hoy es permitido el
consumo de alucinógenos, en su dosis mínima, siempre que se haga en sitios
privados.
En cuanto al uso de la marihuana, en 15 de 50
estados de los Estados Unidos, se permite su consumo con fines terapéuticos, es
decir, para mitigar alguna dolencia física. Ésta, claro está, es una falacia para
utilizar la hierba con fines adictivos pues en los países desarrollados es
donde más se consumen substancias alucinógenas. Además, no existe ningún
estudio médico serio sobre los efectos terapéuticos de alguna substancia
extraída de esta planta para tratar alguna patología. El año pasado Uruguay dio
un paso franco al legalizar el consumo y expendio de marihuana para satisfacer
a los consumidores adictos, dejando el monopolio de la comercialización en
manos del estado. En algunas naciones asiáticas, como Nepal, para mencionar
solo una, la marihuana es utilizada libremente por sacerdotes (chamanes), con
fines religiosos. Muchos de estos gurúes fuman hierba hasta tres días y bajo
sus efectos predicen el futuro. Este comportamiento es visto con normalidad por
la población, mientras en nuestra cultura occidental los adictos a la marihuana
son vistos como bichos raros y tildados de desechables.
El consumo de este alucinógeno, como el del
alcohol, tabaco, cocaína, heroína, morfina y otras substancias de este género,
debe tratarse como una patología psicosomática y no bajo medidas represivas
como se ha venido haciendo. Las adicciones son consecuencia de vacíos mentales,
problemas de ansiedad y en muchos casos falta de autoestima, por lo que su
tratamiento debe realizarse utilizando medidas sanitarias. Todos los seres
humanos padecemos alguna adicción o compulsión; hay adictos a las drogas,
adictos a substancias alucinógenas, compulsivos al juego, a comprar, a la
religiosidad, a mentir, a robar, en fin; el ser humano por tener más
desarrollada su corteza cerebral está expuesto a padecer muchas patologías
mentales. Desde esta perspectiva, creo viable legalizar el consumo de la
marihuana.
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