Santiago Villarreal Cuéllar
Varias cajas
de cartón reposan por estos días en la Registraduría Nacional del Estado Civil
de la capital, conteniendo firmas recaudadas por sectores de derecha
(religiosos y políticos), para convocar un referendo que permita a los
colombianos pronunciarse sobre, si debe penalizarse o no el aborto. El artículo
122 del Código Penal, tipifica el aborto como delito. No obstante, la Corte
Constitucional mediante sentencia 355 de 2006, despenalizó el aborto en tres
circunstancias: en caso de violación; según esta sentencia, la mujer que
conciba mediante una violación tendrá graves perjuicios psicológicos y es
motivo para permitir que aborte. Cuando existe peligro para la salud física de
la madre; aquellos embarazos considerados de alto riesgo, donde la vida de la
madre corre peligro de muerte, es permitido abortar. En caso de graves
malformaciones o problemas graves de salud del feto; en estos casos también es licito,
el aborto. Esta y otras sentencias sobre el tema, falladas por la Corte
Constitucional, son las que pretende derogar este referendo y prohibir constitucionalmente
el derecho a abortar.
Analicemos
lo relacionado con el origen de un ser humano; para la ciencia, todas las
células de un ser humano adulto provienen de una única célula original que se
denomina cigoto y que es el resultado de la fecundación de un ovulo por un
espermatozoide. Para las ciencias jurídicas existen otros conceptos. El Código
Civil colombiano, que también rige el de otras naciones latinoamericanas,
define la persona a partir del momento de cortar el cordón umbilical. Es decir,
solo después de este acontecimiento el ser humano adquiere la personalidad
jurídica y los derechos plenos. No obstante, nuestra Constitución Política
defiende la vida desde la concepción (art. 43). Uno no puede concebir que una
legra penetre por una vagina, llegue al útero y desarticule el feto que vive
allí hace algunas semanas. El solo hecho de imaginarlo nos crispa la piel, por
muy cruel que sea nuestra forma de pensar. Pero existen casos como los
contemplados por las sentencias constitucionales, en los que la mujer puede
tener momentos dolorosos y es allí donde una decisión de esta naturaleza puede
ser una opción válida. El dolor de una mujer también nos conmueve y
comprendemos que tome esa determinación.
Por esa
razón, creo que los hombres no debemos hablar u opinar sobre las conveniencias
o no del derecho a abortar. Es la mujer quien concibe, gesta y permite la
llegada de esa nueva vida; y es ella la que decide si pone o no fin a ese ser
humano que palpita en su cuerpo.
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