Santiago Villarreal Cuéllar
Quizá usted
sea de esas personas que dice que el voto no vale nada, o que si vota, todo
seguirá igual; o en el mejor de los casos dice que a usted nadie le regala nada
por su voto. Tiene razón: un solo voto pareciera que no cambie el país o su
región; y también es verdad que con su voto y el mío, nada cambia y todo
continúa igual, o peor; y más razón tiene cuando afirma que nadie le regala
“algo” por su voto. Porque seamos realistas, su voto vale y vale mucho, más de
lo que usted se imagina.
Las
democracias se constituyeron precisamente para elegir, ser elegidos y recibir
de ellas los mínimos derechos, como salud, educación, bienestar, una pensión
digna para la vejes y seguridad. La democracia colombiana nos brinda unos
derechos a medias, una mala salud, una educación gratuita hasta el bachiller,
de no muy buena calidad, y nada de universidad gratuita; el bienestar social es
asistencialista y la pensión de vejes es una pingüe porción, que no cubre la
totalidad de las personas de la tercera edad; y la seguridad es mínima. Pero con
todas esas limitaciones, esta democracia es el mejor sistema de gobierno que
podemos tener. Podríamos tener uno mucho mejor, pero ¿sabe usted por qué no lo
tenemos? Porque cientos de miles de colombianos piensan como usted, es decir
que el voto suyo no es necesario. O porque si usted vota, seguramente lo hace
por candidatos que en nada contribuyen para que este sistema cambie.
Si usted
vota porque le dan en una reunión política, gaseosa con pan, lechona, carne
asada, cemento, arena, una letrina, o en el mejor de los casos 100 mil pesos el
día de las elecciones, tenga la seguridad que su voto es perjudicial para
nuestra enclenque democracia. No le voy a decir por quien debe votar, pero no
lo haga por aquellos que dan dádivas, y si no le gusta ningún candidato, vote
en blanco, pero vote.
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