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2/23/2014

Uribe y los falsos positivos


Santiago Villarreal Cuéllar

Según algunas fundaciones defensoras de los derechos humanos, fueron 4.000 personas las víctimas de los llamados falsos positivos, durante el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, cuyo ministro de defensa era el hoy presidente Juan Manuel Santos Calderón, en la llamada Era del Terror.

El operativo consistía en cumplir con altos estándares de rendimiento por mes, por parte de los oficiales y todo el estamento militar, frente a los grupos guerrilleros, llamados terroristas. Es decir, que para rendir frutos militares, recibir bonificaciones del alto gobierno y estar a tono con la llamada seguridad democrática, era necesario recurrir al asesinato masivo y presentar cadáveres como prenda de garantía a ese rendimiento militar. 

Los altos mandos militares comenzaron a exigir a sus subalternos, traer muchos muertos de la guerrilla, a como diera lugar. Pero como estos guerrilleros parecía que se los hubiera tragado la tierra, o hubieran desparecido, entonces a muchos oficiales se les ocurrió capturar, o reclutar mediante engaños a indigentes, drogadictos con alucinógenos y ladrones de poca monta, o lo que llaman delincuencia común; luego los subían a camiones y los llevaban para alguna zona boscosa, vistiéndolos con prendas militares, asesinándolos sumariamente, colocaban en sus manos un arma de fuego, generalmente inservible y los presentaban como guerrilleros. Vaya uno a saber si estos planes fueron solo de estos oficiales acosados por los altos mandos, o el diseño macabro se orientó desde los más altos despachos del poder.

A muchas personas de mentalidad esquizofrénica, esto puede parecer "normal" y hasta necesario, pero para quienes defendemos los derechos humanos, nos parece lo más horroroso para una nación y para un gobernante.

Algún día, y ojalá no sea tan lejano, todos los responsables de estos crímenes de lesa humanidad, tendrán que responder por ellos. No importa que hoy sean candidatos y pretendan que el país caiga en la somnolencia del olvido, o que un sector de esa sociedad que levita en el sueño de sus fantasías, aun los aplauda y los tenga como unos salvadores. Nada de eso importa, porque la historia es implacable con los criminales, y como dice el viejo refrán: la justicia tarda, pero llega.      

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