Santiago
Villarreal Cuéllar
En
las últimas semanas el gobierno del presidente Santos ha venido
haciendo pactos con verdaderos demonios. Para empezar, recibió en su
despacho al candidato perdedor de las elecciones de Venezuela Enrique
Capriles, y de inmediato el gobierno del vecino país se enfureció.
No era para menos, pues aunque Maduro ganó por un estrecho margen,
al fin de cuentas es el presidente de Venezuela y lo será hasta el
año 2019, mientras Capriles no es más que un líder opositor sin
ningún poder. Después de ese incidente ningún gobierno ha recibió
a ese señor; ni siquiera el presidente Obama, quien defiende a
Capriles por debajo de la mesa. Para apagar el fuego, Santos roció
más gasolina anunciando el ingreso de Colombia a la OTAN. Esa sí
fue una metida de patas vergonzosa, porque los señores de esa
organización guerrera respondieron con un, no rotundo.
Continuando
con su necia insistencia de negociar con demonios, viajó a
Inglaterra y después a Israel. En el Reino Unido se reunió solo con
empresarios pues no fue una visita de estado, debido a que los
gobiernos europeos hace mucho tiempo no invitan a los mandatarios
colombianos. La sistemática violación de los derechos humanos
ocurridos en los ocho años del gobierno del presidente Uribe, y los
tres que lleva Santos, hacen que en Europa nos miren como parias, y
no cursen invitaciones a gobiernos mal vistos por ellos.
En
Israel sí fue recibido por el primer ministro, quien ofreció hasta
cena. Es bueno recordar que ese país del medio Oriente, es
considerado por la mayoría de naciones del mundo como el más
belicoso del planeta debido a su posición hostil contra la nación
Palestina. Hasta hace 20 años, cuando Sudáfrica aún mantenía el
oprobioso régimen del apartheid, Israel ocupaba el segundo lugar
entre los más despreciados por la comunidad internacional. Hoy ocupa
el deshonroso primer lugar, y allí llegó Santos a firmar otro
Tratado de Libre Comercio con nuestro país. Fuera de uchuvas y
granadilla, no sé qué otros productos nos puedan comprar los
israelíes, mientras ellos nos venden costosos aviones de guerra,
fusiles y pertrechos para alimentar nuestra guerra interna. El
presidente Santos firmó pacto con el diablo y además hizo otro oso
ofreciendo sus buenos oficios para mediar entre palestinos e
israelíes, en una guerra que lleva casi sesenta años, y que los
sionistas no les interesa resolver por la vía pacífica, pues su
principal negocio es precisamente la guerra. El presidente de los
colombianos se ha rodeado de asesores que parecen saber más de
circos que de relaciones internacionales.
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