Santiago
Villarreal Cuéllar
Se abrió nuevamente el debate
sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo en Colombia.
Una nueva demanda tendrá que resolver la Corte Constitucional,
instaurada por una pareja conformada por dos hombres que pretenden
adoptar un niño. Desafortunadamente en nuestro país el congreso de
la república que debe legislar, no solo el tema de la adopción de
estas parejas, sino la legalización del matrimonio civil de las
mismas por miedo al escándalo, deja en manos del alto tribunal un
asunto de su competencia. Y digo que es miedo porque la mayoría de
congresistas temen perder sus feudos electorales si se pronuncian
sobre este aspecto, visto por ellos como espinoso. Muchos tienen
compromisos con iglesias cristianas, cuyos pastores presionan para
que esta ley no prospere. En Colombia es más fácil hacerse elegir
siendo homofóbico que defendiendo estas minorías.
En otros artículos me he
pronunciado a favor de la adopción de niños por parte de parejas
del mismo sexo, porque conozco bastante el aspecto médico-científico
sobre una posible patología mental contraída como consecuencia de
criarse dentro de una pareja homosexual, o en el hogar de una pareja
de lesbianas. Conozco personalmente niñas y niños que han crecido
en hogares conformados por lesbianas, como también en algunos
compuestos por dos hombres. Curiosamente ninguno de estos jóvenes
(mujeres y hombres) adoptó el comportamiento de sus madres y padres
adoptivos. Antropológicamente, psicológicamente, psiquiátricamente,
los seres humanos como los animales cuando son bebés, no distinguen
ni perciben el rol masculino-femenino. La mente de los niños se
adecúa a cualquier circunstancia de crianza y para él es lo mismo
ver dos hombres, o uno, velando por él y prodigándole afecto, que
ver dos mujeres. De hecho en Latino-América existe un alto índice
de madres cabeza de familia y la falta de una figura masculina en
estos hogares, no registra ninguna patología mental en los jóvenes
formados en dichos núcleos familiares.
Se ha demostrado hasta la
saciedad que la homosexualidad, bisexualidad, lesbianismo y otras
opciones sexuales adoptadas por los humanos, no corresponden a una
patología en particular, es decir, no es un enfermedad. Las ciencias
médicas, sociales y humanas, a quienes corresponde hacer estudios
sobre estos comportamientos, no han descubierto porqué una persona
elige ser homosexual o lesbiana. Y quizá jamás se descubrirá
porque ningún profesional de estas ciencias está interesado en
perder el tiempo haciendo investigaciones sobre algo que no afecta,
contagia, ni enferma a nadie, salvo a los homofóbicos que sienten
odio hacia estas personas. Seguramente la Corte Constitucional en su
sabiduría, fallará a favor la demanda de los ansiosos padres.
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