Santiago
Villarreal Cuéllar
Cientos
de miles de parejas viven como perros y gatos, peleándose,
maltratándose de palabra y agrediéndose físicamente, pero nunca
toman la decisión de separarse. La mayoría de esas peloteras son
momentáneas y al cabo de uno o dos días nuevamente se muestran
afectivos. En muchas ocasiones estas escenas violentas se presentan
desde el noviazgo. He visto novios pegándole a la novia y viceversa,
pero aun así continúan su relación amorosa llegando incluso a
casarse, o conformar pareja de hecho; en pareja se repiten las peleas
constantes y las agresiones físicas. Esta violencia intrafamiliar
ocasiona muchas muertes de mujeres a manos de su compañero
sentimental, y unos pocos hombres también terminan su vida de forma
violenta, víctima de su compañera. Otro tanto sucede con parejas
homosexuales y lesbianas.
¿Es
normal que dos personas que dicen quererse, amarse, respetarse,
duermen juntas, procrean hijos y laboran para mantener su núcleo
familiar, vivan en constante guerra física y psicológica? No, no es
normal. Esta patología es conocida en psicología y psiquiatría
como dependencia afectiva. Es una compulsión obsesiva a amar sin
comprender qué es realmente el amor; generalmente va acompañada de
celos obsesivos y posesivos. Con el tiempo esta enfermedad mental se
convierte en crónica y la mayoría de parejas mueren sufriendo la
patología sin siquiera darse cuenta que estaban enfermos y que
pudieran haber sido felices, si hubiesen recibido tratamiento, o en
el mejor de los casos hubieran optado por la separación. Pero no
cantes victoria porque quizá usted también padezca la enfermedad;
de hecho la mayoría de parejas sufre la patología sin darse cuenta,
confundiéndola con el amor.
¿Existe
curación para esta enfermedad mental? Lamentablemente no; solo
existe tratamiento para detectar y amortiguar la patología, pero
como la mayoría de las enfermedades psicosomáticas, sino no existe
fuerza de voluntad para cambiar, dejar, y suprimir de tajo el
problema, generalmente se vuelve a recaer. Y lo que es peor, la
dependencia afectiva es más difícil de tratar que la
farmacodependencia, el alcoholismo y el tabaquismo juntos.
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