Santiago
Villarreal Cuéllar
En mi columna “De la unión a la Marcha
Patriótica,” publicada en este diario el martes 01 de mayo de 2012, escribí:
“Todo parece indicar, que efectivamente las guerrillas de las farc sí pretenden
hacer parte de ese grupo político.” (La Marcha Patriótica) “Pero este hecho
será una realidad cuando lleguen a un acuerdo de paz, el cual se está cocinando
secretamente en Venezuela y Cuba, donde el gobierno de Santos tiene
negociadores desde hace varias semanas.” Por lo tanto, no fue sorpresivo el
anuncio del ex-presiente Uribe sobre negociaciones secretas del gobierno con la
guerrilla, lo que obligó a este último a hacer el anuncio oficial. Quienes
sabemos de estos encuentros en Cuba y los que se realizan en Venezuela, nos
produce gran complacencia que el gobierno le apunte a una paz negociada.
A la pregunta de si ¿logrará Santos la paz?
Me atrevo a responder que sí se pondrá fin al conflicto armado. Un conflicto de
los más antiguos del mundo, conjuntamente con el de israelíes y palestinos,
estancado hace varios años. ¿Pero, porqué sí en esta oportunidad? Nunca antes
se habían dado las condiciones para llegar a una negociación seria entre
gobierno y alzados en armas. En las negociaciones del gobierno de Belisario
Betancur, las guerrillas se encontraban en plena evolución y crecimiento. La
guerra fría no se había terminado y pesaba el juego de la geopolítica
internacional. Durante las negociaciones del Caguán, en el gobierno de Andrés
Pastrana, las farc eran una guerrilla poderosa, que poseía y controlaba grandes
extensiones geográficas del país. Sus antiguos líderes, Manuel Marulanda, Raúl
Reyes, Simón Trinidad, Alfonso Cano y el “mono jojoy,” eran intransigentes. Los
dineros del narcotráfico los fortaleció tanto, que se daban el lujo de enterrarlo.
Lo que no contaban, fue que Pastrana sentó las bases para fortalecer las
fuerzas armadas y Uribe hizo el resto. Las farc de hoy, son unas guerrillas
cansadas, impopulares, sin los viejos lideres históricos, que buscan afanosamente
una salida negociada. Saben muy bien que esta será la última oportunidad y no
la van a desperdiciar. No están derrotadas, y por el contrario han
intensificado sus acciones, en aras de llegar fortalecidas para lograr una
negociación decorosa. Lo mismo le sucede al casi extinguido eln.
La negociación está lejos de ser fácil y
rápida, por lo que Santos se jugará la carta de la reelección. En estos
primeros dos años, sentarán las bases para los primeros acuerdos, salvando los
obstáculos de quienes desean que la guerra continúe. Pero en los siguientes
cuatro años de su segundo periodo, la paz se consolidará.
0 comentarios:
Publicar un comentario