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5/31/2016

El pueblo venezolano no confía en la oposición


Santiago Villarreal Cuéllar

Abajo se contemplan las azules aguas del Atlántico, y conforme desciende el avión se puede ver las primeras hileras de urbanismo desordenado sobre la ladera de Maiquetía. Un chorro de humo blanco asciende al cielo originado de una industria de las tantas construidas cerca de la bahía. Luego aterrizamos en el aeropuerto y tomamos un automóvil para desplazarnos a la gran Caracas. Durante el trayecto, pasando por los tres túneles de la amplia autopista, se pueden ver en algunos lugares las inmensas vallas publicitarias con la imagen del difunto presidente Chávez.

Es curioso que no obstante la crisis del vecino país los vuelos llegan con muchos colombianos que desean quedarse allá. “Aquí se consigue trabajo, dinero y se vive mejor que en Colombia,” dijo una señora de unos cincuenta años que vive allá hace tres meses.

Cuarenta minutos después nos topamos con las primeras torres de los lujosos barrios Altamira y La Castellana; atrás quedó el municipio del Chacao cuya avenida llena de palmas, algunas ya muertas, y los gruesos muros protegiendo las edificaciones internas donde reside gente pudiente.

En el exclusivo sector de La Castellana nos bajamos para indagar algunos moradores sobre la situación política y social del país. Todos coincidían en que no tenían papel higiénico y no se consigue en ningún supermercado. Muchos de ellos confesaron que solo les llegaba del exterior, en remesas que algunos familiares les envían de Estados Unidos o Europa. Carne sí tienen, leche, y muchos otros productos de los que la televisión internacional dice que no se consiguen. Muchos de estos moradores de clase media y alta pagan a otras personas para que le compren sus productos y se los lleven a sus casas. Todos tienen la certidumbre de que la oposición no los sacará de este problema, y que sus diputados, comenzando por el presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup, solo se han dedicado a empeorar las cosas sin proponer ninguna salida decorosa para la difícil situación que vive el país.

Luego nos dirigimos al mayor centro comercial de Caracas, y considerado el más grande de Latino-América, el Sambil. Allí almorzamos con costillas de cerdo en salsa agridulce acompañadas con papas a la francesa y espárragos a vapor. En ese gigantesco lugar no parece que haya crisis de ninguna naturaleza. Se consigue de todo lo habido y por haber; desde los más deliciosos platos internacionales, pasando por los criollos, hasta los más vistosos bolsos de cuero de cocodrilo para las vanidosas y bellas damas venezolanas; las de clase media y alta claro está. Uno no sabe, ni pregunta cómo ese lugar está tan abastecido de comida y productos, mientras en muchos supermercados sus anaqueles permanecen vacíos. Allí también interrogamos a muchas personas, pero ante todo a los jóvenes, qué opinaban de la crisis y para sorpresa nuestra, también manifestaron que les ha pesado en sus conciencias haber votado por lo dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática. “Solo se han dedicado a hacer protagonismo, dejando a lado el diálogo y los buenos modales.” Nos dijo un muchacho universitario mientras otros lo aplaudieron.

Finalmente recorrimos los sitios donde la gente hace colas para comprar y preguntamos sobre la crisis. Algunos se mostraban temerosos de contestar, pero la mayoría no confía en los dirigentes opositores. Dicen que estos son unos resentidos porque hace más de quince años los despojaron del poder y sus privilegios, y ahora quieren volver para adueñarse del país.

Estuvimos en una manifestación opositora cerca del Tribunal Supremo Electoral, dirigida por Enrique Capriles y Henry Ramos Allup. No había más de trescientas personas y los dos dirigentes no ocultaban su disgusto y cansancio. Los escoltas no permitieron que habláramos con ninguno de los dos.


Pero en términos generales, en Caracas, Valencia y Maracaibo, la gente no cree ni confía en los dirigentes de la oposición. Son muy optimistas que el gobierno de Maduro sacará al país de la crisis, y dice la mayoría que es mejor este gobierno que los que dirigieron el país antes de la llegada del chavismo al poder.            

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