Santiago Villarreal Cuéllar
A propósito de los 476 años de Timaná, el
primer recuerdo que tengo de mi bello terruño es la imagen borrosa de un
helicóptero aterrizando en un llano donde está ubicado el Colegio La Gaitana;
la muchedumbre corrió a recibir el candidato presidencial del frente nacional
Misael Pastrana Borrero; borrosa también es la imagen del candidato
pronunciando su discurso en el balcón de la casa de don Luis Collazos, por la
carrera 4, frente al parque principal; yo tendría unos cuatro años porque ese
acontecimiento debió ocurrir finalizando el año 69 o a principios del 70. Recuerdo
las cabalgatas de las ferias de noviembre por las polvorientas calles del
pueblo, si estaba haciendo verano, o en los lodazales si era invierno; los
caballos destilando espuma de sus hocicos, masticando sus frenos y los jinetes
con zamarros, unos mostrando el color natural del pelo blanco y negro de las
pieles con las que habían sido elaborados, otros de cuero curtido color marrón.
En las ferias de noviembre del año 72 asesinaron de un golpe de freno a un
conocido “sobador” oriundo de Naranjal, don Luis Quevedo; allá, a su finca de
la Vereda el Palmo, llevaban las personas que sufrían alguna fractura de alguna
extremidad para que este hombre les hiciera un masaje (sobara) y sanara la
patología. Recuerdo las apoteósicas fiestas de San Calixto, cuyas vísperas eran
celebradas con cohetes y castillos que iluminaban la noche; el altar de la
Iglesia, bellamente decorado con arreglos florales traídos de Bogotá por el
padre Héctor Ángel Hermida pues en esa época no existían floristerías, ni en
Timaná ni Pitalito.
En gastronomía recuerdo los helados color
verde de la tienda de don Misael Villegas, por la carrera 4; las comidas en el
toldo de tela color blanco de doña Rosa, en la plaza de mercado, cuyo menú
principal de los domingos era tamal, chocolate, hígado en bistec con arroz y
papa salada, caldos de pajarilla y demás viseras negras.
En la esquina del parque principal con la
carrera 4 estaba la farmacia del médico Roberto Vargas, casado con doña Anael
Vargas Salgado, hermana de don José Vicente Vargas, gerente en los años 70 del
Banco de la República; por la carrera 3 estaba la casona de don Daniel Vargas,
padre de insignes profesionales; la compra de café de don Víctor Rojas, leyendo
los domingos El Siglo, a un costado de la galería; por la carrera 3, frente a
un costado de la Iglesia, la casona de don Jesús Antonio Vargas Valencia, que
tantos aportes ha hecho al desarrollo de este bello municipio.
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