Santiago
Villarreal Cuéllar
Desde la invención de los juegos
de azar, los humanos buscan toda clase de formulas mágicas para ganar. Los
deportes no son la excepción, razón por la cual se han instituido reglas para
evitar el dopaje de los jugadores. Los chinos, inventores de gran cantidad de
juegos de azar, también elaboraron trampas para ganar a incautos jugadores. En
todas las naciones del mundo existen distintas clases de juegos siendo la más
universal, la lotería.
En todo el planeta existen
jugadores y por naturaleza a todos nos gusta apostar, así sea sin invertir
dinero. Ganar se ha convertido en una enfermedad psicológica, aspecto que se
explota para manipular la opinión. Nadie quiere perder y por el contrario todos
quieren ganar. La gente es dada a celebrar todo aquello que incite a ganar. Por
eso celebran cuando un equipo de fútbol gana, así este no sea de nuestra región
o de nuestra entraña. El solo hecho de ver que otros celebren, eleva los ánimos
para participar de esa celebración, así no sea nuestra. Ustedes contemplaron
cómo, mucha gente celebró en Bucaramanga, el hecho que el billete del baloto se
lo ganaran en esa ciudad. No sabían quien se lo había ganado, pero celebraron
aunque no les tocara parte.
La compulsión al juego constituye
una enfermedad psicosomática que afecta un gran número de personas en todo el
mundo. Los casinos mantienen llenos a toda hora de estos enfermos mentales,
quienes depositan hasta el último centavo con el propósito de ganar. Se marchan
para sus viviendas y terminan deprimidos por la pérdida de su dinero. Sin
embargo, muy temprano regresan a esos sitios para tratar de desquitarse y
lograr un triunfo. Acuden a iglesias, rezan, piden a su Dios, o su Santo de
devoción, que les dé una oportunidad de ganar. Acuden a brujos, teguas, se
bañan con riegos y cargan amuletos para ganar al juego. Pero todo es vana
esperanza, porque no se dan cuenta que están enfermos y no existe ningún
secreto para ganar.
0 comentarios:
Publicar un comentario