Santiago
Villarreal Cuéllar
A finales de la década de los
noventa, algunas universidades públicas y privadas de nuestro país introdujeron
la cátedra del emprendimiento. El servicio Nacional de Aprendizaje SENA,
también lo enseña a sus alumnos. Esta teoría del emprendimiento es una rama de
la teoría de la motivación; concepto desarrollado y propuesto por el sicólogo
norteamericano Abrahán Maslow, a principios de la década de los sesenta del
siglo pasado. Pero la teoría propuesta por Maslow, consiste en estimular la
mentalidad de los humanos que hayan superado cuatro necesidades básicas a
saber: alimentación, vestuario, techo y buena calidad de salud. Esto es igual a
una buena calidad de vida. La teoría de Maslow por lo tanto, no es valida para
los países tercermundistas como el nuestro. Sin embargo, surgió una multitud de
sicólogos y sociólogos, que mesclaron la teoría de la motivación con las
teorías de la metafísica expuesta por Krisnamurti. De allí surgió la teoría del
emprendimiento, consistente en inculcar a los estudiantes, (especialmente
jóvenes) que deben tener una mentalidad empresarial, antes que buscadores de
empleo. Al alumno se le infunde un optimismo excesivo, una fe inquebrantable,
ilusionándolo con la idea que el deseo, la fe y la esperanza, son suficientes
para triunfar. Los egresados salen pensando en grande y se sienten todos unos
empresarios. Es algo así como un pobre con mentalidad de rico.
Pero, ¿dónde termina la ficción y
comienza la realidad? No bastan los conocimientos adquiridos ni el optimismo
para emprender. El complemento para un nuevo emprendedor es tener un capital
semilla. Y es aquí donde empieza la realidad. Un país con un modelo económico
basado en el neo-liberalismo salvaje y especulador, donde el monetarismo prima
sobre las demás formas de capital, no es apto para el nuevo emprendedor. Los
bancos no prestan dinero a los emprendedores, sino a quienes tienen una prenda
de garantía. El nuevo empresario-teórico, se estrella con una triste realidad
basada en las leyes del mercado. Termina con su cartón debajo del brazo, con su
mente llena de sueños, esperanzas frustradas y tristemente se ve obligado a buscar
la ayuda de un politiquero de turno para que le consiga un empleo, generalmente
chatarra.
Para quienes dudan lo que estoy
afirmando les pregunto: ¿cuántos estudiantes universitarios egresados en los
últimos años, de mentalidad empresarial y emprendedora, son grandes
empresarios? ¿Cuántos egresados del SENA de los últimos años han creado
industrias y empresas? ¿Dónde están esos cerebros optimistas y emprendedores?
¿En dónde están ubicadas las grandes industrias y empresas fundadas por los
nuevos emprendedores? Me temo que esta teoría, es otro fracaso de nuestro
sistema educativo.
1 comentarios:
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