Santiago Villarreal Cuéllar
El domingo 15 de junio de 2014, pasará a la historia de Colombia y del mundo, como el día más importante para tomar decisiones por parte de cada uno de los ciudadanos de nuestra bella patria. Elegiremos presidente de la nación, pero a diferencia de otras elecciones presidenciales, esta será marcada por un destino histórico ineludible: lograr la paz que tanto anhelamos los colombianos civilizados, humanistas y defensores de la Vida, el más preciado de todos los derechos fundamentales; o continuar con una guerra fratricida que ha desangrado a millones de colombianos por casi 60 años.
Corresponde entonces a cada colombiano que posea cédula de ciudadanía, ayudar a decidir el destino de nuestro país, votando por cualquiera de la dos opciones: la guerra o la paz.
El presidente Santos aspira a continuar otros cuatro años de mandato, con un ambicioso y esperanzador proceso de negociación y diálogo con las guerrillas de las farc y eln, que de continuar con el rumbo que lleva, desembocará en una nueva etapa de paz, reconciliación y prosperidad para Colombia. Por su lado, el candidato patrocinado por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, Oscar Iván Zuluaga, propone el regreso al país a una guerra sin cuartel contra las guerrillas, reviviendo los tenebrosos grupos para-militares, para retornar a las épocas de las sangrientas masacres de inocentes y el destrozo de cuerpos humanos con las horrorosas moto-sierras.
Cada uno de nosotros será responsable del destino de Colombia para los próximos años, dependiendo a cual de los dos elijamos. Y algo muy importante: el lunes 16 de junio, Colombia será otro país distinto después de haber elegido presidente; o se iniciará el camino de la pacificación, la reconciliación, el perdón y la paz, o regresará al camino de los ríos de sangre de miles de colombinos pobres que son los que alimentan esta guerra demencial, y el desplazamiento forzado de cientos de miles de familias que tienen que huir del conflicto armado.
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