Santiago Villarreal Cuéllar
En la década de los
ochenta el profesor ‘Yarumo’ escribió una columna en un prestigioso diario,
donde sugería no desperdiciar las heces. “Es el mejor fertilizante y lo
desperdiciamos,” escribió, y continuó: “cuando hagan su necesidad, recojan la
mierdita, mézclenla con cal viva y a los pocos meses obtendrán el mejor abono
para su cultivo a un costo mínimo. Ignoro cuántos practicaron la receta, pero
eso recomendaba el prestigioso ingeniero agrónomo.
Los orines también
constituyen un vital elemento medicinal, no reconocido por la ciencia, pero utilizado
por millones de personas en el mundo. Varios médicos alemanes, descubrieron las
virtudes de este líquido desechado por los humanos. La cura de orines consiste
en beber su propia orina en ayunas para tratar y curar múltiples patologías.
Muy pocas personas saben que
el semen humano también posee propiedades terapéuticas, no reconocidas por la
ciencia, pero testimoniadas por quienes han curado diversas dolencias con este
líquido viscoso, más pesado que el agua, expelido durante la eyaculación. Está
compuesto de espermatozoides provenientes de los testículos y plasma seminal
que se forma en los mismos testículos, el epidídimo, las vesículas seminales,
la próstata, las glándulas de Cowper, las glándulas de Littre y los vasos
deferentes. Menos del 10% del volumen de semen originado por una eyaculación
está compuesto de espermatozoides y el 90% corresponde al líquido seminal. Cada
eyaculación puede tener entre 200 y 400 millones de espermatozoides. El semen
contiene fructosa, prostaglandinas (E2, A, B), aminoácidos, fosforo, potasio y
hormonas. El plasma seminal contiene ácido cítrico, colesterol, fosfolípidos,
carnitina, fosfatasa alcalina, calcio, sodio, zinc, potasio y enzimas para la
separación de las proteínas.
Aunque todos los
elementos mencionados se encuentran en pocas cantidades, su uso en patrologías
como el acné en adolescentes está comprobado. Es emoliente, hidratante y
nutritivo por lo que muchas mujeres lo utilizan para masajear su rostro. Muchas
substancias generadas en nuestro propio organismo constituyen verdaderas
fuentes medicinales, pero por ignorancia o repulsión no las utilizamos.
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