Santiago Villarreal Cuéllar
La década del dos mil fue la alborada de la izquierda latinoamericana. La llegada del coronel Hugo Chávez Frías al poder en Venezuela por amplias mayorías democráticas, trajo consigo una bonanza de gobiernos progresistas y de avanzada, de izquierda democrática.
Pronto países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, y finalmente El Salvador, eligieron gobiernos sintonizados con las ideologías de avanzada, sembrando una semilla que ha empezado a dar frutos con el progreso de amplios sectores sociales, antaño marginados y olvidados por los gobiernos de la derecha, influidos por el modelo económico neo-liberal.
Pero pronto el enemigo de la izquierda, el poderoso capital, manipulador, y usurero, comenzó a actuar y destronar sus adversarios. Cayó Manuel Zelaya en Honduras, víctima de un vergonzoso golpe militar disfrazado de "legalidad." Debido al escándalo internacional, los siguientes golpes fueron más ceñidos al legalismo constitucional imperante en la región. Así destronaron a Fernando Lugo en Paraguay.
Claro que esa derecha recalcitrante no ha dejado de asestar duros golpes mediáticos y hasta criminales contra varios de estos gobiernos progresistas, que por fortuna han fracasado.
El año pasado fue Argentina que sucumbió a las promesas de la derecha y eligió a Mauricio Macri. Hoy se arrepienten, pero ya es demasiado tarde; tendrán que aguantar su propia improvisación.
En la fecha 12 de mayo de 2016, la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, es suspendida de sus funciones constitucionales mediante maniobras legales de un congreso al servicio de los grandes capitales criollos y extranjeros. Comienza un descenso muy duro para el partido de Luis Ignacio Lula Da, Silva, pero ante todo para el pueblo pobre brasileño, beneficiado en estos diez años de mandato del partido de los trabajadores.
También comienza el retroceso de los gobiernos de la izquierda latinoamericana, cuya lenta caída tendrá repercusiones mundiales. Puede afectar a otras corrientes progresistas del mundo como al movimiento Podemos de España, que se apresta a vivir nuevas elecciones en ese país europeo.
Mientras la izquierda democrática agoniza lentamente, la derecha extrema se fortalece, como sucede en los Estados Unidos con el señor Donald Trump, quien contra todos los pronósticos de los seudo-demócratas del mundo, ganó la denominación del partido republicano para ser su candidato en las elecciones de noviembre. Y no subestimen a este personaje porque puede ser el próximo presidente de ese prospero y majestuoso país del norte.
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