Santiago
Villarreal Cuéllar
Hace
año y medio, Elisa solicitó una cita médica especializada a la
E.P.S Solsalud, pero nunca la concedieron; la mencionada E.P.S fue
liquidada y Elisa fue trasladada, sin siquiera consultarla, para otra
E.P.S., y nuevamente solicitó la consulta, pero allí le dicen que
debe esperar tres meses para hacerla efectiva, no obstante el médico
general advertir que cualquier demora ocasionará que su patología
puede originarle un cáncer. El caso de Elisa se repite cientos de
miles de veces en todo el país. La ley 100 de 1993, presentada por
el presidente Cesar Gaviria Trujillo y cuyo ponente fue el entonces
senador Álvaro Uribe Vélez, quien hoy aspira nuevamente llegar al
senado, convirtió el derecho a la salud de los colombianos en una
mercadería que con el paso de los años pasó a ser una mafia. La
mayoría de embelecos, llamadas E.P.S., son propiedad de políticos a
través de testaferros, o en otros casos esas empresas financian sus
campañas.
La
reforma a la salud presentada por el gobierno de Santos,
generosamente borra de un tajo las deudas de esas sanguijuelas
contraídas con hospitales, puestos de salud y clínicas privadas, y
como premio gordo les concede el derecho de intermediación; y como
si fuera poco, permite a estas E.P.S., constituir hospitales,
clínicas y puestos de salud, propinando la última estocada para
privatizar la salud de los colombianos. Las actuales E.S.E, y
hospitales estatales, quedarán reducidos en un apéndice del diablo.
Con esta reforma, médicos, para-médicos, enfermeras y demás
trabajadores de la salud, terminarán esclavizados de forma
humillante a estas nuevas mafias, mientras la salud de los
colombianos será reducida a seguir dejando morir a los ciudadanos.
¿Qué
karma estaremos pagando los colombianos para que el gobierno se
amanguale con estas mafias de la salud? ¿Por qué somos tan
pusilánimes y no salimos a protestar para cambiar radicalmente el
sistema de salud? ¿Por qué permitir que estas mafias continúen
robándose el dinero de la salud y sigan atentando contra nuestro
derecho a la vida?
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