Santiago Villarreal Cuéllar
Según el último informe del Departamento
Nacional de Planeación, el departamento del Huila ocupa el tercer lugar,
después de la Guajira y el Chocó, entre los entes territoriales más pobres del
país. Es doloroso que una región rica en agricultura, piscicultura, ganadería,
pero ante todo petrolera se encuentre atrás de regiones como Vaupés, Guainía,
Amazonas, y la lista sigue. Es curioso que los departamentos que más regalías
petroleras recibieron después de la década del dos mil, estén sumidos en la
absoluta pobreza. Obras inconclusas, nula inversión social, pésima infraestructura
vial y planes de desarrollo llenos de estudios pero sin cumplir lo proyectado.
Los municipios huilenses donde llegó la mayor
cantidad de recursos provenientes de regalías es donde se observan los mayores
índices de pobreza y muchas obras civiles inconclusas. La explicación es simple:
la corrupción campeó durante estos gobiernos locales y departamentales, y ese
flagelo impidió su desarrollo. La falta de unas verdaderas veedurías
ciudadanas, el temor del ciudadano del común a denunciar y la ignorancia de la
población sobre el marco jurídico para poder elaborar esas denuncias, hizo de
las suyas, y los mandatarios se llenaron sus faltriqueras con el dinero
público, sumiendo a sus pobladores en la miseria y el abandono. A esto se suma
la corrupción en las contralorías, fiscalías, juzgados y procuradurías, para no
mencionar las personerías que generalmente son del bolsillo del alcalde de
turno, cuyos procesos nunca terminan condenando al sindicado y cuando existen
pruebas contundentes, los términos se dilatan para que el ladrón de cuello
blanco termine absuelto. Pero no solo antes de la centralización de las
regalías provenientes del petróleo por parte del gobierno nacional la
corrupción campeó. Allí tenemos un ejemplo claro con la remodelación del estadio
Guillermo Plazas Alcid, donde se invirtieron miles de millones de pesos y quedó
a medias. ¿Qué se hicieron los recursos? ¿Dónde fueron a parar? La comunidad lo
sabe pero guarda silencio. Y el flamante ex alcalde Pedro Hernán Suarez, se
convirtió en brillante asesor de proyectos de desarrollo de varios municipios,
entre ellos el de Pitalito, como si este municipio no tuviera profesionales y
recurso humano especializado en esta materia. Pero todos sabemos las
componendas y acomodos del actual alcalde laboyano, y las razones que tiene para
traerse esta opacada estrella de la política huilense para que lo asesore.
Ojalá el actual gobernador que con bombos y
platillos expone el plan de desarrollo, cuyo presupuesto es de los más grandes
de la historia reciente, logre cumplir, aunque nos asiste la duda pues son
muchas las promesas y pocos los resultados.
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