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1/12/2016

Una finca llamada Colombia


Santiago Villarreal Cuéllar

Si usted fuera propietario de una finca y en ella existiera una fuente de agua. ¿Vendería la fuente para después comprar el agua al nuevo dueño? Ni que estuviera loco, sería su respuesta. Pues bien, la venta de Isagén, la principal hidroeléctrica cuyo principal accionista es el estado colombiano, es decir, todos nosotros, será subastada y seguiremos comprando la energía eléctrica, pero al precio que dictaminen los nuevos propietarios. ¿Parece locura verdad? Pero no, ni el presidente Santos, ni su flamante ministro de hacienda Mauricio Cárdenas están locos; son tan cuerdos que esgrimen toda clase de argumentos para convencernos de las virtudes de enajenar la empresa de todos los colombianos.
Nuestro hermoso país, generoso en recursos naturales, productor de alimentos, con nuestra industria golpeada por una apertura económica sin planeación, con un recurso humano invaluable, creativo, echado para adelante, emprendedor y por desgracia conformista, ha sido manejado a lo largo de nuestra historia como si se tratara de una finca. En los últimos 25 años, cada gobierno de turno vendió una empresa estatal y los recursos nunca se vieron en qué fueron invertidos. Hace 20 años subastaron la hidroeléctrica de Betania, en el Huila. Salvo unas migajas que fueron invertidas por el gobernador de turno en parques recreacionales en la mayoría de municipios, nada se volvió a saber de los jugosos dividendos resultantes de esa subasta. El municipio de Pitalito fue el gran damnificado con los recursos destinados para su parque recreacional, porque los alcaldes de turno compraron una finca (Marengo) que finalmente fue entregada a, la Cam para que esta a la vez la arrendara a los amigotes de sus directores para sembrar lulo y criar ganado. Otra importante suma de esos recursos fueron arrojados al río Guarapas, en la construcción de la llamada aula ambiental, que de lo último no tiene nada.
El gobierno dice que con los recursos provenientes de Isagén hará maravillas; nos dice que es para construir las vías de cuarta generación; que otra porción será invertida en bonos para que los bancos extranjeros nos presten más plata; que otra parte será puesta a interés para generar más rentabilidad que lo recibido por la empresa en la actualidad, y bla, bla, bla. Lo cierto es que este gobierno está obstinado en subastar la empresa pública más rentable del país. Igual que muchos colombianos que han levantado su voz para rechazar esta venta, a mí también me parece inconveniente enajenar otra de las pocas empresas estatales que aún quedan en manos de los colombianos. Nada justifica vender la fuente para seguir comprando el agua.            


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