Santiago Villarreal Cuéllar
Las madres desean para sus hijas un marido
laborioso, bien parecido, fiel, educado, dócil, con buena posición económica y
que las amen, y mimen; es decir, un esposo perfecto. Otro tanto quieren para
sus hijos; una mujer perfecta. Pero…. no es fácil; resulta que vivimos en un
planeta llamado tierra poblado por seres vivos de diferentes especies, con un
grado evolutivo embrionario; la mayoría de seres vivos apenas están formando
sus primeras capas de corteza cerebral; y los más evolucionados, entre ellos los
humanos, no hemos llegado al estado de perfección; por lo menos a ese que nos
han inculcado las diferentes culturas. Así que nos corresponde aceptar la mujer
o el hombre imperfecto, y aguantar.
Nuestro sistema democrático también es
imperfecto; no satisface todas las necesidades del ser humano; estamos lejos de
una verdadera democracia; pero es mucho mejor este sistema que las dictaduras autoritarias
o totalitarias. Su imperfección se debe a que son regidas por seres humanos.
Cada que esa democracia nos brinda la oportunidad de elegir ediles, concejales,
diputados, alcaldes y gobernadores, o senadores, representantes y presidente,
queremos elegir personas sinceras, honestas, cumplidoras de su palabra y otras
virtudes que las pongan en el máximo peldaño de la perfección; pero nos
desilusionamos, porque esa mujer u hombre perfecto, nunca lo encontramos, y
terminamos eligiendo esos mentirosos, promeseros, a veces corruptos, en fin.
Pero ese es nuestro sistema, regido por humanos, por seres imperfectos. ¿Acaso
tienen razón aquellos que piensan que no debemos elegir a nadie? No, esta forma
de pensar es otro grado de imperfección; porque si usted o yo, no participamos,
no elegimos, otros lo harán por nosotros, y después no tendremos argumentos
para reclamar lo malos que son nuestros dirigentes y representantes. Es
necesario tomar decisiones y participar, votando por algún candidato. No lo
busquemos perfecto porque jamás lo encontraremos. Recordemos que somos humanos
y de este ser debemos esperar de todo. Pero qué maravillosos somos los humanos;
no existe otro ser vivo igual.
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