Santiago Villarreal Cuéllar
Debe prohibirse el uso de gafas negras a motociclistas y parrilleros; no,
es mejor prohibir el parrillero, o ¿será mejor prohibir el conductor de la moto
y dejar solo el parrillero? Bla,bla, bla. Esas son las discusiones que se
escuchan en concejos de seguridad, de alcaldías y gobernaciones, convocadas
cada vez que se intensifica la ola de robos, atracos, asesinatos y las
diferentes manifestaciones de criminalidad en ciudades grandes, intermedias y
pueblos. También se escuchan ediles, concejales y gente del común, quejarse,
rasgarse las vestiduras y descargar toda la culpa en los alcaldes, pero
generalmente los platos rotos los lleva la Policía. Ellos, y nadie más que
ellos, son los responsables de tanta inseguridad, es la opinión generalizada.
Más dinero para combustible de vehículos policiales, más dinero para
recompensas, más pie de fuerza para pueblos y ciudades, pero después de unos
meses todo sigue igual y la criminalidad no disminuye. Sucede que se devanan
los sesos remendando los calzoncillos en lugar de comprarse unos nuevos.
Después de la década del 2000, Colombia ha tenido un incremento en los
índices delincuenciales, como atracos, robos callejeros, asalto a viviendas,
hurto de vehículos automotores y motocicletas. Ni la cacareada seguridad
democrática del presidente Uribe logro detener el avance de la delincuencia
común. Por el contrario, después de la desmovilización de los grupos
para-militares, se disparó más, porque cientos de estos reinsertados no fueron resocializados,
ni les cumplieron lo que le prometieron y pasaron a engrosar las filas
delincuenciales. Todo posconflicto trae consecuencias si no se elaboran planes
integrales de reinserción, a largo plazo.
Colombia es el país con el mayor grado de inequidad en América Latina,
donde las desigualdades entre ricos, pobres, excluidos e indigentes son
abismales. Sumemos a este oprobioso sistema la introducción del modelo
económico neo-liberal en la década de los noventa. Una juventud excluida, hija
de gente estigmatizada por la pobreza, alimentada con arroz y tinto, sin
posibilidades de estudiar, sin esperanzas de un empleo digno, sin salud de
calidad, no tiene la más mínima posibilidad de esperanza de vida. Esa juventud
desde su niñez es adicta a las drogas (alcohol, tabaco, alucinógenos), ve
telenovelas violentas desde que están en el vientre y necesitan dinero para
suplir sus necesidades básicas insatisfechas, las mismas que nos habla el
psicólogo Abraham Maslow. ¿Cómo conseguirlo? El camino más fácil es la
informalidad o la delincuencia. Finalmente ambas son ilegales, la una porque
ocupa el espacio público y la otra porque está tipificada como delito.
Solución: inversión social desde los más altos estamentos estatales, hasta lo
más pequeños.
1 comentarios:
Hör zu, lieber Freund, wenn du wirklich ein gutes Heilmittel finden musst, das dir helfen kann, Probleme mit dem Penis zu lösen, dann würde ich dir empfehlen, hier auf diese Seite Siehe hier zu gehen , wo ich alle Probleme mit dem Penis lösen kann
Publicar un comentario