Santiago
Villarreal Cuéllar
Cuando el invasor español llegó a
tierras mexicanas, encontró en el Sur, concretamente en la región dominada por
los tabascos, muchos de ellos fumando un extraño elemento que expelía humo de
un aroma particular. Los aborígenes lo utilizaban para rituales sagrados y no
como vicio. Pronto los aventureros comenzaron a fumar las hojas enrolladas de esta noble planta, que posteriormente se
llamó tabaco en honor a sus aborígenes. Con el transcurso de los años, el
tabaco llegó a Europa, y fue la nobleza la que se volvió adicta a sus embrujos.
Muchísimos años después se descubrió la substancia contenida por la planta,
llamada nicotina y es precisamente la causante de adicción.
Pero el tabaco no solo se
convirtió en la adicción de las clases altas del viejo continente, sino que se
utilizó como un elemento ritual de las diferentes manifestaciones religiosas y
culturales americanas. La cultura Oricha lo sincretizó con ciertos ritos
católicos y los santeros lo han venido utilizando para adivinar el pasado,
presente y futuro, por medio de sus cenizas. Cultura que se extendió por el
resto de América Latina, siendo países como Cuba, Colombia y Brasil, donde más
se practica. Ese mismo sincretismo creó oraciones, específicamente para atraer
al ser querido. Pero la oración del tabaco es diferente en Cuba, mientras en
Colombia conocemos otra, y el Brasil tiene una muy particular. También existe
el conjuro del tabaco, cuyos orígenes son orichas. En todos estos países, lo
mismo que en otros, existen personas (mayoría mujeres) dedicadas a interpretar
las cenizas del tabaco y otros ritos, fumándolo para ligar y atraer el amor. Cientos
de miles de personas dan testimonios sobre las bondades del tabaco. La
idiosincrasia de nuestros pueblos, la fe íntegra de miles de personas, la
creencia en lo desconocido y utópico, hace que estos rituales se mantengan y conquisten
más adeptos. Mientras los ministerios de sanidad muchas naciones del mundo, luchan
contra el tabaquismo, cientos de miles de personas continúan utilizándolo con
fines supersticiosos.
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