Santiago
Villarreal Cuéllar
Nuestro hermano Ecuador vivió durante
los años noventa y parte del dos mil, un desorden institucional y político;
bastaba que la Plaza de San Francisco de Quito se llenara de muchedumbre para
que el anfitrión del histórico palacio de gobierno abandonara el poder. Los
políticos de diferentes tendencias ya sabían cómo derrocar presidentes y
aglutinaban gente de todas las regiones del país, las hacían marchar a la
capital, y al otro día tenían nuevo gobierno. Desde 1997, a la llegada del
economista y autor del libro La Noche Negra del Neo-liberalismo, Rafael Correa,
Ecuador no solo entró en una etapa de estabilidad política, sino económica y
social. Con su programa de la Revolución Democrática, Correa convocó en mayo de
2007 un referendo que aprobó, con un 80%, la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente, la cual redactó una nueva carta política. Profundas
reformas sociales y económicas se entronizaron en la nueva constitución, entre
las que se destacan el divorcio del país de las políticas del Fondo Monetario
Internacional; el cambio de modelo económico neo-liberal por otro de corte
estatista y proteccionista; la universalización y gratuidad de la salud; la
educación gratuita hasta la universidad; universalización de la seguridad
social a partir de los sesenta años; nacionalización de los recursos naturales
y energéticos; y un programa de seguridad alimentaria para las familias más
necesitadas del país.
Pero quizá el cambio más destacado
de Correa, consiste en un nuevo modelo de la explotación de hidrocarburos. El
presidente ecuatoriano ha propuesto a los países europeos, estimar la cantidad
de crudo existente en la región amazónica, cuantificarlo en valores comerciales
y ha cambio de no extraerlo, esas naciones deben pagar para de esa forma
proteger los bosques. Es toda una revolución, que de lograrse, sentaría un
precedente mundial para vender ozono a las naciones industrializadas y conservar
las selvas tropicales.
El pueblo ecuatoriano está muy satisfecho
con su presidente, no solo porque lo esta sacando de la pobreza absoluta, sino porque
ha estabilizado las instituciones democráticas del país suramericano. Recuperó
la soberanía económica de la nación, y sus recursos energéticos ya no son
saqueados por las multinacionales extranjeras pagando miserias como lo hacen en
Colombia y otros países. En Ecuador estas transnacionales tienen que pagar
entre el cuarenta y sesenta por ciento de regalías al Estado, y no el cuatro y
doce por ciento que pagaban antes. Ecuador ahora hace parte del eje venezolano,
que para bien o para mal, cambió el mapa geo-político latinoamericano. Por
todas esas razones, el pueblo ecuatoriano reelegirá por amplias mayorías a
Rafael Correa.
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