Santiago Villarreal Cuéllar
Es el interrogante que millones de
colombianos se hicieron el 23 de marzo pasado; plazo propuesto por el gobierno
del presidente Santos, y aceptado por los voceros de las farc en la Habana,
para firmar los acuerdos de paz que se vienen negociando desde hace tres años. Aunque
la afirmación es subjetiva porque como lo he expuesto en otras columnas, la paz
no se logrará con la firma del fin del conflicto con las farc, si el eln, la
otra guerrilla no menos importante, ni menos peligrosa no hace parte de otro
proceso de negociación; y si el gobierno no tiene la voluntad política de
realizar las reformas estructurales que Colombia necesita para lograr una
verdadera paz, la objetiva.
Pero frente a la pregunta sobre el
aplazamiento de la firma de los acuerdos, voceros del gobierno y guerrilla
explicaron en la Habana que no se logró porque faltan varios puntos sobre los
cuales no se ha podido acordar nada. Para un gran sector de colombianos
escépticos, no fue sorpresivo el anuncio pues nunca han creído en el proceso.
Para quienes se han opuesto a estas negociaciones desde su comienzo, les cayó
muy bien la noticia porque esto les da la razón mediática para continuar
atacando con mayor intensidad las negociaciones. Para quienes desde el principio
hemos apoyado el proceso como la única salida posible para terminar esta guerra
civil como lo dijo el presidente Obama en la Habana, tampoco nos sorprendió el
aplazamiento. Dese el comienzo de las mismas dijimos que a las negociaciones de
paz no debe ponérsele plazos y menos en un conflicto donde históricamente ha
reinado la desconfianza de ambas partes por los antecedentes del pasado. Firmar
acuerdos de paz no es tan fácil como creen algunos; estos acuerdos no tienen
plazos definidos como las negociaciones comunes, donde se compra y se vende un
objeto y se fija una fecha para cancelar el valor. Estas negociaciones por su
misma filosofía, su disparidad de criterios y las inmensas diferencias,
requiere ante todo de mucha paciencia de las partes y aún más de los
espectadores, en este caso el pueblo colombiano. En muchas ocasiones los
detalles finales son los más dispendiosos de acordar y creemos que son esos
mismos sobre los que no se pudieron poner de acuerdo.
Pero no obstante los obstáculos de última
hora, estamos completamente seguros que nada detendrá la firma de los acuerdos
y el éxito de los mismos. Los colombianos debemos tener fe y convicción de que
más temprano que tarde tendremos la mejor noticia de nuestra historia reciente.
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