Santiago Villarreal Cuéllar
“Estando Pedro sentado fuera, en el patio, se
le acercó una criada y le dijo: Tú también estabas con Jesús, el galileo. Pero
él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.” Versículos 69 y 70,
Capítulo 26, Evangelio de San Mateo.
La mañana del 5 de febrero de 2016, los
laboyanos leyeron sorprendidos la noticia publicada en un diario distinto a La
Nación, sobre la presunta captura del alcalde de Pitalito Miguel Antonio Rico.
El burgomaestre también la leyó, y se indignó. Muchos corrieron hasta las
instalaciones del nuevo edificio administrativo (sin terminar) para corroborar
la información. Algunos observaron desde la calle hacia lo alto del cuarto
piso, pero no vieron ningún movimiento. Los más avezados subieron escaleras arriba
o tomando el ascensor, hasta llegar frente al despacho, que permanecía cerrado.
Ningún funcionario dijo nada. Desde los serios vigilantes, hasta los más
inmediatos colaboradores (secretarios de despacho), jefatura de prensa (si la
hay) no suministraron ninguna información. Como la tortuga que esconde su
cabeza y patas al menor síntoma de peligro y observan sigilosas desde la
oscuridad de su caparazón para ver si cambió la situación, así se comportaron
los funcionarios de la alcaldía; guardaron silencio sepulcral. El alcalde salió
muy de mañana para la oficina de su amigo y confidente Álvaro Ramón Escobar, y
allí permaneció hasta bien entrada la tarde. Mucha gente dio por sentado que el
mandatario había sido capturado y no faltaron quienes fueron hasta la cárcel
para indagar. Una señora ingresó al palacio de justicia preguntando si el
alcalde estaba allí y había desayunado. “Sino le traigo un caldito,” agregó la
generosa dama.
Solo hacia las cinco de la tarde el
mandatario se dirigió a la opinión pública y haciendo apología a las palabras
de Hugo Chávez, quien decía: “habrá Chávez para rato,” el alcalde Miguel Rico
dijo que los laboyanos tendremos alcalde para rato. ¿Solo para rato? ¿Acaso no
fue electo para cuatro años? Pero extraña la actitud temerosa de sus
secretarios de despacho y demás empleados, que no se solidarizaron en esas
dolorosas horas de incertidumbre. ¿Acaso creyeron la calumnia? ¿No tienen
confianza sus colaboradores en su jefe? Hasta la fecha no han emitido ningún
comunicado institucional respaldando su alcalde, quien seguramente sí cree en
ellos y les tiene confianza pues los nominó para que lo acompañen. Porque
cualquier falsa noticia que genere duda hacia el mandatario, ya no es contra
Miguel Rico, sino contra la administración municipal. Porque el alcalde,
gústenos o no, representa la majestad de Pitalito y debemos rodearlo en
momentos difíciles como este.
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