Santiago Villarreal Cuéllar
Un presunto informante de la Policía, escandalizó el ambiente al afirmar que tenía noticias sobre un presunto atentado, planificado por la columna móvil Teófilo Forero, contra el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y el fiscal general de la nación Eduardo Montealegre.
Hasta la fecha las farc no han afirmado ni desmentido el supuesto atentado, pero la fuente del ministerio de defensa, de donde proviene el informe, deja cierto manto de duda sobre la veracidad del supuesto plan.
Los colombianos sabemos de la actitud del ministro de defensa, totalmente opuesta al proceso de paz y de sus permanentes ataques. La cúpula miliar tampoco ve con buenos ojos este proceso, pues de consolidarse perderían muchas prebendas recibidas como compensación a la guerra.
También el ex presidente Uribe es un decidido opositor al proceso de reconciliación de los colombianos por la vía de la negociación y diálogo, por lo que no le faltan razones para tratar de torpedear el proceso.
Involucran al fiscal Montealegre, como para dar más credibilidad al presunto plan terrorista y hacer creer a los colombianos su veracidad, pero la duda continua, en un país donde los falsos positivos de toda clase siempre han estado a al orden del día.
El vice-presidente Angelino Garzón salió a decir que un atentado contra el ex presidente, debería poner fin a los diálogos, como si el resto de colombianos no fueran valiosos, y de ser asesinado cualquier otro ciudadano a manos de las farc, entonces no pasa nada, porque solo los altos dignatarios son considerados de valor para una democracia clasista que continúa marginando a quienes son considerados ciudadanos de segunda.
Personalmente no creo que las farc tengan en sus planes atentar contra ningún alto dignatario nacional y considero que sería un error grabe, si así lo planean pues esto daría pie para que los reaccionarios pidieran a gritos el cese de negociaciones que se han llevado con tanto éxito en la Habana.
Deben estar atentos a los enemigos del proceso de paz, quienes no ahorrarán esfuerzos, incluyendo el de pagar a sicarios y terroristas a sueldo (para-militares, "urabeños", "rastrojos") para que atenten, no solo contra el ex presidente Uribe, sino contra cualquier otra personalidad para enlodar el proceso e impedir la reelección del presidente Santos.
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