En
todas las culturas ha existido la curiosidad del hombre por tener un pene
grande. Los primeros seres humanos poseían penes relativamente pequeños, pero
la evolución hizo que el tamaño de este importante órgano fuera creciendo en
lagunas razas. Alrededor del pene, muchas culturas han levantado monumentos y
ha sido objeto de adoración. Todavía en algunas tribus de Nueva Guinea y el
África, se utiliza una especie de saco para guardar tan preciado tesoro, y en
una provincia japonesa, cada año
celebran la fiesta en honor al falo.
Muchas
mujeres de varias partes del mundo, creen que su pareja masculina debe tener un
pene grande y grueso. Lo mismo piensan algunos homosexuales afeminados. En
otras culturas sin-embargo, cuando nace un niño hombre, consiguen un nido de
colibrí para colocarlo sobre los genitales del infante con el propósito de que
esta parte no sea tan voluminosa cuando sea grande. Otras culturas diseminadas
por nuestro globo terráqueo, al contrario de las anteriores, utilizan varias
fórmulas para que el pene del niño crezca lo suficiente cuando sea mayor.
Revelaré algunas de ellas: hacer mamar el pene del niño, de un ternero pequeño,
dicen que hace crecer este órgano, aunque no nos explican si es durante el
proceso de mamado pues el pene se pone erecto, o será para toda la vida; en
otras regiones se aconseja penetrar
sexualmente una burra, con lo que se cree que en la edad adulta se obtendrá un
lujoso y gran trofeo; frotar el órgano del niño con manteca de pizco, mezclada
con aceite de mano de res, también surte excelentes resultados, según algunas
parturientas de Centro-América.
Con
todas estas creencias, sumado a la cantidad de anuncios de prensa, radio,
televisión y redes sociales, donde prometen agrandar el miembro, muchos hombres
continúan sin resolver la pequeñez de este órgano, mientras otros nacen con un
falo desproporcional. Para finalizar diré, que el
tamaño del pene poco interesa a muchas mujeres, siempre que el hombre sepa
utilizarlo durante la relación genital.
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